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¿A quién le corresponde la responsabilidad de enseñar Ciudadanía Digital?
Ahora que los chicos son tan tecnológicos y, como se suele decir, “vienen con un chip integrado”, ¿es necesario enseñarles estas habilidades o las tienen también ya de manera innata? Pues parece que no. La Ciudadanía Digital es una herramienta de vida. Así como en el mundo real tenemos reglas y principios bajo los cuales funcionamos, y que nos son inculcados desde los primeros años de vida, con el desarrollo y facilidad de acceso a la tecnología hoy en día debemos también enseñar a nuestros niños los parámetros que les permitirán funcionar en el mundo digital. La Ciudadanía Digital, por lo tanto, propone métodos, reglas y criterios para navegar en Internet de manera segura, (útiles para sí mismo como para las personas con quienes se interactúa), y para enseñar el respeto hacia la propiedad intelectual, entre otras. La idea de tener una lista de reglas de Ciudadanía Digital no es imponerlas, sino más bien de invitar a la reflexión y de evitar así posibles situaciones de vulnerabilidad. El propósito es desarrollar una comprensión de lo que implica ser un ciudadano digital, de cómo interactuar en el mundo digital, cultivar la responsabilidad, construir un código de honor personal, propiciar el desarrollo de una comunidad digital tolerante, y que todo ello se lleve a cabo de manera consistente a lo largo de toda la escolaridad. Al ponernos en los zapatos de los niños y jóvenes, vemos claramente que ahora son mucho más independientes, que tienen, dentro de lo posible, más control de sus vidas. No solo por su desarrollo sicológico sino también por la influencia de los medios, la mayoría de jóvenes piensa en general en términos de “yo”. Desde muy cortas edades sus redes sociales empiezan a desarrollarse y a crecer con rapidez de forma casi paralela en el mundo físico y en el digital. Sus métodos de investigación son bastante diferentes a los que nosotros disponíamos, y ni qué hablar de sus conceptos de privacidad e intercambio de información. Su percepción de la imagen e identidad son términos delicados y fácilmente alterables digitalmente. Sin darnos cuenta, con cada ingreso, posteo, carga de documentos o fotos, los niños y jóvenes (y nosotros los adultos también) vamos formando una huella digital que, al igual que la que tenemos en nuestros dedos, son únicas e indelebles: se convierten en una marca de lo que somos y dicen mucho de nosotros; pueden incluso ofrecer mucha más información de la que quisiéramos. Por todo ello, la importancia de formar niños y jóvenes como ciudadanos digitales con principios, reglas y normas que los guíen durante toda su vida cobra ahora más fuerza que nunca. Queremos estudiantes capaces de utilizar responsablemente los medios digitales, y de contribuir al mundo digital que los rodea. Queremos verdaderos ciudadanos digitales
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perdón no se lo siento
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