• Asignatura: Religión
  • Autor: Anónimo
  • hace 4 meses

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El extraño
Unos años después que yo naciera, mi padre conoció a un extraño, recién
llegado a nuestra pequeña población.
Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este encantador
personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia.
El extraño aceptó y desde entonces ha estado con nosotros.
Mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia; en mi mente
joven ya tenía un lugar muy especial.
Mis padres eran instructores complementarios:
Mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me
enseñó a obedecer y a ser responsable.
Pero el extraño era nuestro narrador, nos mantenía hechizados por horas
con aventuras, misterios y comedias.
El siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos saber de
política, historia o ciencia.
¡Conocía todo lo del pasado, del presente y hasta podía predecir el futuro!
Llevó a mi familia al primer partido de fútbol.
Me hacía reír, y me hacía llorar.
El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba.
A veces, mi mamá se levantaba temprano y callada, mientras que el resto
de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que tenía que decir,

pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad. Ahora me
pregunto si ella habrá rogado alguna vez, para que el extraño se fuera.
Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el
extraño nunca se sentía obligado para honrarlas.
Las blasfemias, las malas palabras, por ejemplo, no se permitían en
nuestra casa Ni por parte de nosotros, ni de nuestros amigos o de
cualquiera que nos visitase.
Sin embargo, nuestro visitante de largo plazo, lograba sin problemas usar
su lenguaje inapropiado que a veces quemaba mis oídos y que hacia que
papá se retorciera y mi madre se ruborizara.
Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol. Pero el extraño nos
animó a intentarlo y a hacerlo regularmente.
Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros
y las pipas se vieran distinguidas.
Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre sexo.
Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y generalmente
vergonzosos.
Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones fueron influenciados
fuertemente durante mi adolescencia por el extraño.
Repetidas veces lo criticaron, más nunca hizo caso a los valores de mis
padres, aun así, permaneció en nuestro hogar.
Han pasado más de cincuenta años desde que el extraño se mudó con
nuestra familia.
Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante como era al
principio.
No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la guarida de mis padres,
todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando por si alguien
quiere escuchar sus charlas o dedicar su tiempo libre a hacerle compañía…

¿Su nombre?
¡¡Nosotros lo llamamos… Televisor!!
Nota:
¡¡Ahora tiene una esposa que se llama Computadora!!
…y un hijo que se llama Celular!
Con el agravante que los nietos pintan ser lo peor de todos, el SMART
PHONE, I-PHONE; i-PAD; ETC.

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Respuestas

Respuesta dada por: danitzaporco
0

Respuesta:

wow a mí me sorprendió está reflexión me gustó bastante

Explicación:

¿su nombre? Un televisor

La esposa que se llama? Computadora

y más...

Respuesta dada por: Anónimo
1

Respuesta:

Que estamos dedicando mucho tiempo a cosas donde el otro ser humano nos esta bombardeando con todo tipo de maldad, palabras, que no son dignos de recibir nuestra atención. No se trata de ver, u oír, se trata de que es lo que vemos y que es lo que escuchamos. Que nuestros hechos deben ir a cordes con nuestras palabras, que si no permitimos en nuestro hogar ciertos tipos de como comportamientos, tampoco debemos ser participes de esos comportamientos en nuestros equipos electrónicos. Si nuestros padres no lo permiten, no debemos permitir que extraños nos alimenten con ese tipo de información que nos contaminan.

Explicación:


Anónimo: wow que increíble explicación
Anónimo: Gracias:)
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