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La región que en la actualidad denominamos Oriente Próximo ha sido el epicentro de grandes culturas en la historia de la Humanidad. Allí germinaron algunas de las civilizaciones que más han influido en el mundo contemporáneo. Mesopotamia y Egipto son dos de las más importantes de la Antigüedad.
Aunque a través de los siglos su legado fue sepultado por los pueblos que llegaron más tarde, como por ejemplo los persas, los griegos o los romanos, las aportaciones de estas dos culturas siguen vigentes en el siglo XXI.
Volver la mirada atrás y estudiar dichas contribuciones es una buena fórmula para entender las peculiaridades políticas, sociales y culturales de los países que ahora ocupan esta zona, sin duda una de las más dinámicas y complejas del planeta.
Mesopotamia, el origen de lo que somos
La denominada cultura entre ríos es en realidad la historia de una gran variedad de pueblos que se asentaron entre los ríos Tigris y Éufrates, durante los años 3500 y 2800 a. C., y cuyo dominio se extendió hasta la llegada de los persas, en el 550 a. C.
Uno de los rasgos distintivos de esta civilización es justamente la convivencia de comunidades de diversa naturaleza y origen. En la primera etapa, que supuso el fin de la Prehistoria, la organización política, económica y social de la región se basó en la relación de dos grupos: los nómadas y los sedentarios.
Los nómadas se desplazaban en función del clima y requerían los alimentos cultivados por los sedentarios; estos, a su vez, dependían del ganado que llevaban los primeros. El intercambio era constante y fructífero.
Entre las principales culturas que integraron el conjunto de comunidades mesopotámicas están los sumerios (primera civilización urbana del mundo), así como los semitas, los acadios, los asirios, los babilonios, los amorreos y los arameos. En una etapa posterior destacaron los hititas y los medos.
Fueron más de 2.500 años de intercambio cultural en la zona que ahora pertenece a Irak, Irán, Israel, Siria y parte de Turquía.
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Todas las culturas occidentales y buena parte de las orientales fueron influenciadas por los pueblos de Mesopotamia. La rueda, las matemáticas, múltiples expresiones artísticas y la construcción de las primeras ciudades figuran en la extensa lista de avances que componen su legado. La cultura entre ríos sigue presente en nosotros.
Egipto, organización para la unificación
Tampoco podemos hablar en términos genéricos del antiguo Egipto. Esta civilización, que dominó la cuenca del río Nilo durante casi 3.000 años, engloba diversos periodos y dinastías con distintas características.
Se han identificado al menos nueve periodos en la historia de esta civilización, desde la unificación del Bajo Egipto y el Alto Egipto Alto, en el año 2750 a. C., hasta la invasión del Imperio romano, en el 50 d. C.
Con todo, los egipcios destacaron por poseer una estructura social férrea, que garantizó la unificación del reino incluso en las épocas de crisis. También fueron grandes innovadores en aspectos como la agricultura, la industria, el comercio y, sobre todo, la arquitectura. Sus construcciones fueron las más imponentes de la Antigüedad y una demostración de su gran capacidad creativa.
La humanidad ha heredado, a su vez, sus aportes en áreas como las matemáticas, la astronomía, la medicina, la escultura y la escritura.
Explicacion
Los nómadas se desplazaban en función del clima y requerían los alimentos cultivados por los sedentarios; estos, a su vez, dependían del ganado que llevaban los primeros. El intercambio era constante y fructífero.
Entre las principales culturas que integraron el conjunto de comunidades mesopotámicas están los sumerios (primera civilización urbana del mundo), así como los semitas, los acadios, los asirios, los babilonios, los amorreos y los arameos. En una etapa posterior destacaron los hititas y los medos.
Fueron más de 2.500 años de intercambio cultural en la zona que ahora pertenece a Irak, Irán, Israel, Siria y parte de Turquía.
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Las pirámides
Símbolo por antonomasia del Antiguo Egipto, se levantan como testimonio eterno de ese legado, todavía por descubrir. En su perfil monumental, de construcción aún hoy no del todo explicable para la ingeniería moderna, se proyectó un imperio teocrático, perfectamente organizado, cuya estructura social y política era, precisamente, "piramidal". Su dimensión colosal nos habla de reyes tan ricos y poderosos, que pudieron obligar a millares y millares de obreros y esclavos a trabajar para ello año tras año, a extraer bloques de las canteras, a arrastrarlos hasta el lugar de la construcción y a colocarlos unos sobre otros con una maestría sin igual, hasta que la tumba estuviera dispuesta para recibir los restos mortales del faraón. La cúspide de la pirámide donde el faraón era sepultado indicaba el destino ascendente de su alma. Como las pirámides eran construidas durante la vida terrenal del faraón, su cúspide también recordaba al mundo de los vivos, en el que, desde las alturas, el monarca regía el destino de todos los seres.
Pinturas y dibujos
En las pinturas, con un realismo ingenuo, la imagen del faraón era reproducida en un tamaño más grande que el de los demás. En Europa, durante la Alta Edad Media y hasta el Renacimiento, las pinturas religiosas cristianas también echaron mano del mismo recurso: para expresar su grandeza, Cristo, la Virgen y los santos eran representados en un tamaño mayor que los demás seres.
Los dibujos y pinturas que decoran las pirámides se hallan entre las obras más bellas del arte egipcio. Todas ellas conjugan una gran simplicidad y, al mismo tiempo, una innegable solemnidad. El artista, convencido de que es inútil añadir más belleza y autoridad a su modelo, precisamente por la condición superior de éste, procuraba ejercer un realismo naturalista o apelar al simbolismo geométrico. Igualmente, la recreación de la naturaleza y la proporción del conjunto se muestran perfectamente equilibradas.
Esta combinación de regularidad geométrica y de aguda observación de la naturaleza es característica de todo el arte egipcio. Donde mejor se puede estudiarla es en los relieves y pinturas que se hallan en los muros interiores de las sepulturas. Cabe recordar que este arte no era producido para ser "gustado", sino que cumplía una función eminentemente religiosa: las obras de arte, guardadas para siempre en el corazón de las pirámides, jamás serían contempladas por los mortales, sino sólo por el alma del muerto y por los dioses.
La escritura
Del mismo modo, cada artista tenía que aprender el arte de escribir con absoluta claridad, a fin de grabar las imágenes y los símbolos de los jeroglíficos sobre la dura piedra, y siempre de la misma manera. En un mundo acotado por la eternidad, nadie imaginaba ni pedía una forma de manifestación distinta u original. Al contrario, repetir era la condición primordial de todo artista. Por ello, en el transcurso de toda su historia, el arte egipcio sufrió muy pocas variaciones. Sólo se puede hablar de ligeras variantes regionales, pero la manera de representar al hombre y la Naturaleza continuó siendo, esencialmente, la misma.
La invención de la escritura, producida alrededor del 3000 a.C., condicionó profundamente la historia del Antiguo Egipto. En cierta medida, extendió a otros sectores la posibilidad de participar en la vida pública. El amanuense o escriba se constituyó como una casta privilegiada. Tras un período de formación y aprendizaje, estos funcionarios ascendían en la escala social. Eran los encargados de escribir los textos sagrados, las cartas, los informes y los censos. Lo hacían sobre papiro, con palillos especiales para escribir en negro y en rojo. Se formaban en escuelas especiales adscriptas a los templos, ya que su oficio era considerado de naturaleza religiosa. Era común que los escribas heredasen el cargo y proviniesen de un mismo linaje.
Explicación:
Que tal estos son algunos legados de la cultura egipcia viene con el significado y historia