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EL LEON QUE SE CREIA OVEJA
Hace mucho tiempo una mamá oveja encontró un cachorro de león abandonado. Al verlo tan solito, la mamá oveja decidió acogerlo y criarlo con sus hijos corderos. El pequeño león estaba tan a gusto con los corderos que creció pensando que él también era uno de ellos.
Cuando el león se hizo mayor siguió viviendo entre las ovejas y los corderos como uno más del rebaño, comportándose igual que lo hacían los demás. Las demás ovejas sabían que él era diferente, pero lo habían aceptado.
El león pastaba con las ovejas, dormía con las ovejas e incluso emitía unos sonidos muy parecidos a los balidos de las ovejas.
Un día apareció por allí un gran león, viejo y sabio, dispuesto a lanzarse sobre las ovejas para llevarse una para la cena. Mientras analizaba escondido en la distancia cuál era la oveja más lenta y, por lo tanto, la más fácil de cazar, el viejo león vio a un león joven pastando entre ellas.
El viejo león no salía de su asombro. ¡Se le veía tan tranquilo entre las ovejas que no se lo podía creer!
Después de pensarlo unos segundos, el viejo león decidió ir a por el león joven a ver qué pasaba.
Cuando las ovejas vieron llegar al león se asustaron y salieron corriendo. El joven león hizo lo mismo. El león viejo corrió tras él hasta que consiguió pararlo.
-Por favor, no me hagas daño. No soy más que una débil oveja -dijo el joven león.
El león viejo comprendió que aquel león no sabía lo que realmente era.
-Si vienes conmigo hasta aquel estanque prometo no hacerte daño a ti ni a tus hermanas.
El león joven aceptó el trato y fue hasta el estanque.
-Acercáte a mi lado y mira el agua -dijo el león viejo.
El león joven hizo lo que le pidió el león viejo.
-¿Qué ves en el agua? -preguntó el león viejo.
El león joven se asustó.
-¡Dos leones! -gritó-.¿Dónde estoy yo?
-Mira bien -dijo el león viejo-. Somos tú y yo.
El león joven se miró fijamente. Entonces, una especie de fuerza interior le recorrió todo el cuerpo y emitió un feroz rugido.
-¡Soy un león! -dijo.
En ese momento, toda la debilidad que el león había sentido por creerse oveja desapareció, y hizo marchar al leon de un solo rufido pues desde entonces, el león se sintió poderoso. Pero no abandonó a su familia de ovejas, sino que se quedó con ellas para cuidarlas y protegerlas, como hizo su mamá oveja con él cuando lo adoptó siendo un cachorro.
Hace mucho tiempo una mamá oveja encontró un cachorro de león abandonado. Al verlo tan solito, la mamá oveja decidió acogerlo y criarlo con sus hijos corderos. El pequeño león estaba tan a gusto con los corderos que creció pensando que él también era uno de ellos.
Cuando el león se hizo mayor siguió viviendo entre las ovejas y los corderos como uno más del rebaño, comportándose igual que lo hacían los demás. Las demás ovejas sabían que él era diferente, pero lo habían aceptado.
El león pastaba con las ovejas, dormía con las ovejas e incluso emitía unos sonidos muy parecidos a los balidos de las ovejas.
Un día apareció por allí un gran león, viejo y sabio, dispuesto a lanzarse sobre las ovejas para llevarse una para la cena. Mientras analizaba escondido en la distancia cuál era la oveja más lenta y, por lo tanto, la más fácil de cazar, el viejo león vio a un león joven pastando entre ellas.
El viejo león no salía de su asombro. ¡Se le veía tan tranquilo entre las ovejas que no se lo podía creer!
Después de pensarlo unos segundos, el viejo león decidió ir a por el león joven a ver qué pasaba.
Cuando las ovejas vieron llegar al león se asustaron y salieron corriendo. El joven león hizo lo mismo. El león viejo corrió tras él hasta que consiguió pararlo.
-Por favor, no me hagas daño. No soy más que una débil oveja -dijo el joven león.
El león viejo comprendió que aquel león no sabía lo que realmente era.
-Si vienes conmigo hasta aquel estanque prometo no hacerte daño a ti ni a tus hermanas.
El león joven aceptó el trato y fue hasta el estanque.
-Acercáte a mi lado y mira el agua -dijo el león viejo.
El león joven hizo lo que le pidió el león viejo.
-¿Qué ves en el agua? -preguntó el león viejo.
El león joven se asustó.
-¡Dos leones! -gritó-.¿Dónde estoy yo?
-Mira bien -dijo el león viejo-. Somos tú y yo.
El león joven se miró fijamente. Entonces, una especie de fuerza interior le recorrió todo el cuerpo y emitió un feroz rugido.
-¡Soy un león! -dijo.
En ese momento, toda la debilidad que el león había sentido por creerse oveja desapareció, y hizo marchar al leon de un solo rufido pues desde entonces, el león se sintió poderoso. Pero no abandonó a su familia de ovejas, sino que se quedó con ellas para cuidarlas y protegerlas, como hizo su mamá oveja con él cuando lo adoptó siendo un cachorro.
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dasig
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