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A PESAR de los grandes avances que alcanzó la ciencia griega, su vigor no continuó cuando Roma sustituyó a Grecia como la gran potencia del Mediterráneo. Los romanos, que gracias a su organización política y social lograron construir un vasto imperio, no tuvieron mayor interés en las matemáticas que el estrictamente necesario para la administración de los territorios conquistados. Esa actitud se extendió a las demás disciplinas científicas desarrolladas en la antigüedad, por lo que puede afirmarse que los pensadores romanos realmente no contribuyeron al conocimiento científico.
Además, cuando el Imperio romano dejó a la Iglesia católica su sitio como la única fuerza política y espiritual del mundo occidental, el rechazo hacia el conocimiento científico fue todavía mayor. En esas condiciones la cultura europea entró en un periodo de estancamiento durante el cual no sólo no se promovió el desarrollo de la ciencia, sino que incluso se propició la pérdida de la mayor parte del conocimiento generado por los griegos.
La intención del presente capítulo es mostrar los conocimientos astronómicos que manejaron los pensadores europeos entre los años 500 y 1450 de nuestra era, periodo conocido como la Edad Media. El desarrollo científico de esta época ha sido considerado estéril, ya que a pesar de ser un lapso mayor del que separa a Tales de Mileto de Tolomeo, durante él no hubo ninguna aportación científica novedosa de importancia. Las ideas que el hombre culto del medievo tuvo sobre el Universo y el lugar que nuestro planeta ocupaba en él fueron las que se expresan al principio del Génesis que, combinadas con conceptos paganos más antiguos, llegaron a convertirse en dogma.