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La cultura mexicana se caracteriza por una vitalidad creativa, que está presente en lo cotidiano con la creación de objetos artesanales, artísticos, religiosos y culturales. Esta dinámica se alimenta de influencias múltiples que mezclan el pasado y la época contemporánea, las referencias visuales retomadas de las tradiciones precolombina y colonial, y de las imágenes actuales que circulan por los medios de comunicación. Esta vitalidad da origen a objetos híbridos, que asombran y seducen el ojo del paseante. Nacido a partir de culturas diversas, el elemento híbrido acaba por crear una tercera vía que mezcla las formas y los símbolos de cada una. Si esta noción de hibridad existía en la cultura precolombina, se acentuó en el siglo XVI en el momento de la Conquista por la aportación de referencias europeas, que han sido amalgamadas en la cultura local. Esta amalgama toma toda su amplitud en los siglos XX y XXI por la libertad de invención y de expresión que se enriqueció al contacto de medios de comunicación populares como la televisión e Internet. Estos últimos aportan imágenes del mundo como otra colonización de lo imaginario a la cual responde una resistencia por la creación de objetos híbridos.