• Asignatura: Derecho
  • Autor: nicolascastroochoa
  • hace 4 meses

Titín, el Niño Avispa
Un cuento de Pedro Pablo Sacristán
Titín volvía otra vez a casa sin merienda. Como casi siempre, uno de los chicos mayores
se la había quitado, amenazándole con pegarle una buena zurra. De camino, Titín paró
en el parque y se sentó en un banco tratando de controlar su enfado y su rabia. Como
era un chico sensible e inteligente, al poco rato había olvidado y estaba disfrutando de
las plantas y las flores. Entonces, revoloteando por los rosales, vio una avispa y se
asustó.
Al quitarse de allí, un pensamiento pasó por su cabeza. ¿Cómo podía ser que alguien
muchísimo más pequeño pudiera hacerle frente y asustarle? ¡Pero si eso era justo lo que
él mismo necesitaba para enfrentarse a los niños mayores!
Estuvo un ratito mirando los insectos, y cuando llegó a casa, ya tenía claro el truco de
la avispa: el miedo. Nunca podría luchar con una persona, pero todos tenían tanto miedo
a su picadura, que la dejaban en paz. Así que Tintín pasó la noche pensando cuál sería
su “picadura”, buscando las cosas que asustaban a aquellos grandulones.
Al día siguiente, Tintín parecía otro. Ya no caminaba cabizbajo ni apartaba los ojos.
Estaba confiado, dispuesto a enfrentarse a quien fuera, pensando en su nuevo trabajo
de asustador, y llevaba su mochila cargada de “picaduras”.
Así, el niño que le quitó el bocadillo se comió un sándwich de chorizo picantísimo, tan
picante que acabó llorando y tosiendo, y nunca más volvió a querer comer nada de Tintín.
Otro niño mayor quiso pegarle, pero Tintín no salió corriendo: simplemente le dijo de
memoria los teléfonos de sus padres, de su profesor, y de la madre del propio niño; “si
me pegas todos se van a enterar y te llevarás un buen castigo”, le dijo, y viéndole tan
decidido y valiente, el chico mayor le dejó en paz. Y a otro abusón que quiso quitarle
uno de sus juguetes, en lugar de entregarle el juguete con miedo, le dio una tarjetica
escrita por un policía amigo suyo, donde se leía “si robas a este niño, te perseguiré hasta
meterte en la cárcel”.
La táctica dio resultado. Igual que Tintín tenía miedo a sus palizas, aquellos grandulones
también tenían miedo de muchas cosas. Una sola vez se llevó un par de golpes y tuvo
que ser valiente y cumplir su amenaza: el abusón recibió tal escarmiento que desde aquel
día prefirió proteger a Tintín, que así llegó a ser como la valiente avispita que asustaba
a quienes se metían con ella sin siquiera tener que picarles.
Al quitarse de allí, un pensamiento pasó por su cabeza. ¿Cómo podía ser que alguien
muchísimo más pequeño pudiera hacerle frente y asustarle? ¡Pero si eso era justo lo que
él mismo necesitaba para enfrentarse a los niños mayores!
Estuvo un ratito mirando los insectos, y cuando llegó a casa, ya tenía claro el truco de
la avispa: el miedo. Nunca podría luchar con una persona, pero todos tenían tanto miedo
a su picadura, que la dejaban en paz. Así que Tintín pasó la noche pensando cuál sería
su “picadura”, buscando las cosas que asustaban a aquellos grandulones.
Al día siguiente, Tintín parecía otro. Ya no caminaba cabizbajo ni apartaba los ojos.
Estaba confiado, dispuesto a enfrentarse a quien fuera, pensando en su nuevo trabajo
de asustador, y llevaba su mochila cargada de “picaduras”.
Así, el niño que le quitó el bocadillo se comió un sándwich de chorizo picantísimo, tan
picante que acabó llorando y tosiendo, y nunca más volvió a querer comer nada de Tintín.
Otro niño mayor quiso pegarle, pero Tintín no salió corriendo: simplemente le dijo de
memoria los teléfonos de sus padres, de su profesor, y de la madre del propio niño; “si
me pegas todos se van a enterar y te llevarás un buen castigo”, le dijo, y viéndole tan
decidido y valiente, el chico mayor le dejó en paz. Y a otro abusón que quiso quitarle
uno de sus juguetes, en lugar de entregarle el juguete con miedo, le dio una tarjetica
escrita por un policía amigo suyo, donde se leía “si robas a este niño, te perseguiré hasta
meterte en la cárcel”.
La táctica dio resultado. Igual que Tintín tenía miedo a sus palizas, aquellos grandulones
también tenían miedo de muchas cosas. Una sola vez se llevó un par de golpes y tuvo
que ser valiente y cumplir su amenaza: el abusón recibió tal escarmiento que desde aquel
día prefirió proteger a Tintín, que así llegó a ser como la valiente avispita que asustaba
a quienes se metían con ella sin siquiera tener que picarles.




a) Haga un relato de Tintín
b) Escriba la moraleja que se puede extraer del relato de Tintín.

Respuestas

Respuesta dada por: llatasandi80
0

Respuesta:

AMIGA O AMMIGO ME GUATARIA A YUDARTE PERO NO ENTIENDI

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