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El problema de la verdad constituye uno de los ejes fundamentales del pensamiento griego: desde los primeros poetas hasta los grandes filósofos del siglo V a.c.. A lo largo de su extensa obra, Platón reflexionó sobre los fundamentos (ontológicos, gnoseológicos y lingüísticos) que posibilitan el λόγος falso. La concepción platónica de la verdad presupone como trasfondo histórico una tradición filosófica que, de algún modo, había sancionado la imposibilidad de la falsedad. La sofística, en particular, había desarrollado elaborados argumentos que cuestionaban seriamente la posibilidad de establecer criterios objetivos para distinguir discursos o juicios falsos. Platón vislumbró con total claridad que su "padre" era el mismo que el de estas tradiciones de pensamiento: el viejo Parménides (Soph. 237b-239c), quien en su poema sentaba las bases de las discusiones posteriores sobre el "ser", el "no ser", la verdad y la falsedad. Al refutar las tesis de sus adversarios, Platón sentó las bases para la primera teoría de la verdad en la historia de la filosofía. Luego, su discípulo Aristóteles sistematizó la conceptualización platónica en el marco de su propio pensamiento, legando al medioevo y la modernidad las principales definiciones y problemas en torno al concepto de verdad.