¿Explica cuál fue el rol que desarrollaron los hombres y las mujeres en el periodo colonial en Chile? ¿Eran igual en todos los sectores de la sociedad colonial?
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Respuesta:
La vida privada durante la colonia estuvo determinada por las estrictas normas de posicionamiento social y los roles de género. Sin embargo, en la realidad la vida privada colonial muestra un mundo heterogéneo y con matices que, durante un siglo, conformaron lo que sería la sociedad chilena.
La sociedad colonial, entre los siglos XVII y XVIII, tuvo un carácter estamental y la vida de las personas estuvo marcada por la clase social, el lugar de nacimiento y el género. El grupo social más poderoso estuvo conformado por los españoles y criollos quienes se asentaron en grandes solares en las dos principales ciudades: Santiago y Concepción. Mientras las mujeres estaban encargadas de la economía doméstica, los hombres eran militares, se dedicaban al comercio o a la administración del campo.
El grueso de la población era mestiza y se dedicaron al trabajo rural, oficios urbanos y domésticos. Vivían en pequeños ranchos en los que se agrupaban muchas familias en un mismo espacio. Las mujeres mestizas eran sirvientas, cocineras o costureras, mientras que los hombres eran sirvientes o peones.
Los indígenas que se encontraban sobre la frontera del Biobío estaban sometidos de acuerdo al sistema de encomiendas, mientras que en el último eslabón social se encontraban los esclavos, tanto de población autóctona como de otras latitudes del mundo.
En las ciudades coloniales existían dos tipos de casas: las viviendas aristocráticas y los hogares de los sectores populares y sus principales diferencias radicaban en el espacio de cada una de ellas y en su ubicación. Las grandes casas señoriales de españoles y criollos se encontraban en el centro de la ciudad y eran en el espacio en el cual se desarrollaba el vínculo entre sirvientes y amos, basado en la lógica de lealtad y protección. Las habitaciones de las de clases populares, en cambio, eran muy pequeñas y se ubicaban en los márgenes de las ciudades.
La noción del tiempo y las distintas etapas de la vida estaban regidas por la doctrina católica. El nacimiento era legitimado por el bautismo, la infancia de los niños se dirigía hacia la comunión, en la casi inexistente adolescencia se otorgaba la confirmación, para posteriormente casarse por la Iglesia. Hacia el final de su vida se preparaba el rito funerario, momento en que se honraba la memoria del fallecido.
Los espacios de sociabilización eran las plazas de armas de las ciudades; centros cívicos en torno a los cuales se estructuraba la administración política, transformándose en un punto de encuentro entre criollos, mestizos e indígenas ya sea en el día a día, para celebrar alguna fiesta religiosa, conmemorar un rito político o divertirse viendo alguna corrida de caballos o toros. En todos estos encuentros, los diferentes sectores sociales se distinguían por su modo de vestir.
Las comidas y tertulias eran los espacios de sociabilidad privados donde los grupos familiares compartían y conversaban en términos más íntimos.
En las zonas rurales se replicaban el modelo de estamentos sociales y diferencias de vínculos. La familia de mestizos vivía en hogares altamente concentrados, en contraposición a los hogares aristócratas, diseñados como amplios espacios desde los que se administraba la hacienda.