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Este artículo trata sobre la relación entre las dos religiones monoteístas. Para el movimiento judío que se convirtió en el cristianismo, véase Judeocristianos. Giovanni Bellini representa la Circuncisión de Cristo desde el respeto hacia esa milenaria tradición hebrea que señala el convenio abrahámico. Cuando Maurycy Gottlieb representa a Cristo predicando en Cafarnaúm en 1878-79, Jesús de Nazaret, provisto de cristiana aureola, porta además un manto de oraciones judío .
Los judíos oyen lo que Jesús predica e incluso hay quienes comentan al respecto. El judaísmo y el cristianismo son dos religiones abrahámicas monoteístas, con varios puntos en común y también con marcadas diferencias, tanto en la teología como en la práctica. En cada una de ellas existen valiosas expresiones individuales de diálogo interreligioso establecido por los creyentes. Sin embargo, esta lista definitiva de 27 libros no fue legitimada por ningún concilio ecuménico sino hasta el Concilio de Trento .
2 Llegó a debatirse la posibilidad de incluir términos como «judaísmo», «cristianismo» y «judeocristianismo» durante la redacción del proyecto del Tratado por el que se establece una Constitución para Europa cuyo "Preámbulo" fue muy discutido,3 «precisamente por su vaguedad al hablar de la historia y tradiciones culturales constitutivas». Con todo, existen también personas de ambos grupos que reconocen la importancia de establecer un diálogo interreligioso que resulte provechoso para ambas partes y dé lugar a unas acciones humanitarias basadas en la cooperación y el respeto mutuo. Existen algunas preexistencias visuales que sugieren la necesidad de un reencuentro entre cristianos y judíos.
La espera mesiánica de los judíos no es vana. Puede convertirse para nosotros cristianos en un poderoso estímulo para mantener viva la dimensión escatológica de nuestra fe. De suma importancia para las relaciones entre el cristianismo y el judaísmo ha sido la Declaración Nostra Aetate . Reconoce que todos los cristianos, hijos de Abraham según la fe, están incluidos en la vocación del mismo Patriarca y que la salvación de la Iglesia está místicamente prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud.
Por lo cual, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo, con quien Dios, por su inefable misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza, ni puede olvidar que se nutre de la raíz del buen olivo en que se han injertado las ramas del olivo silvestre que son los gentiles. Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno. También es importante, en lo que concierne a las relaciones entre el judaísmo y el cristianismo, el documento titulado Dabru Emet , redactado en el 2000 por 220 rabinos e intelectuales y que representa a todas las ramas del judaísmo. 7 Este último documento reconoce las diferencias teológicas entre las dos religiones y a su vez afirma el dominio común a ambas, dándole legitimidad al cristianismo de los gentiles desde el punto de vista judío.
Aunque Dabru Emet no es documento oficial de ninguna denominación judía, no por ello deja de ser representativo de aquello que los judíos sienten y que es expresado a través de ocho tópicos, donde se destaca particularmente la noción de que la humanamente irreconciliable diferencia entre judíos y cristianos no encontrará solución ninguna hasta que Dios redima al mundo entero, tal como lo promete la Escritura. 8 En dicho documento también se reconoce que una nueva relación entre judíos y cristianos no tiene por qué debilitar las observancias judías y que ambas comunidades deben trabajar conjuntamente por la justicia y la paz. Tratamos de cumplir la voluntad de nuestro Padre que está en el Cielo aceptando la mano que nos ofrecen nuestros hermanos y hermanas cristianos. Judíos y cristianos debemos trabajar juntos como socios para abordar los desafíos morales de nuestra era.
El papa Juan Pablo II se esmeró en mejorar las relaciones entre la cristiandad y la judeidad, siendo además el primer pontífice católico que hizo una visita oficial a la Sinagoga, donde oficialmente expresó su apología en nombre de la Iglesia católica por su proceder contra los judíos a lo largo de la historia. En tal ocasión se refirió al judaísmo como "el hermano mayor" del cristianismo. 13 Igualmente ha recibido delegaciones de líderes judíos en el Vaticano.
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