• Asignatura: Castellano
  • Autor: elpunta123
  • hace 6 meses

La mariposita estaba posada en el blanco y brillante pétalo de una manzanilla, cuyo amarillo y alegre corazón acentuaba el tono mate de sus translúcidas alitas. Alrededor había muchas más manzanillas y hierba, espesa y verdísima. Encima estaba el cielo: azul, espacioso, impregnado de calor del Sol. La diminuta mariposita de alitas mate resultaba apenas visible entre aquella sinfonía estival.



Este cuadro colgaba de la pared opuesta a la ventana. Pero no era pintado. Todo aquello –las manzanillas, la hierba, el cielo e incluso la pequeña mariposita de alitas mate– era un bordado de seda confeccionado hace tiempo, dos siglos atrás. Bueno, uno como mínimo. Y la autora había sido la tatarabuela de la niña que ahora vivía en ese cuarto. Lo bordó cuando era aún joven y alegre, y por eso el cuadro resultó alegre y soleado.


Concluido ya el bordado, a la joven tatarabuela le sobró un ovillito de seda blanca, blanca mate. ¿En qué emplearla? Una, dos, tres pasadas… En una de las manzanillas fue apareciendo una mariposita diminuta, casi invisible en medio de aquella multitud de hermosas manzanillas, de aquella hierba tan verde y enredada, de aquel cielo de azul intenso…

¡Cuántas dueñas no habrá tenido desde entonces el cuadro! ¡Cuántos cuartos no habrá adornado, cuánta gente no lo habrá admirado!


–¡Ah, qué belleza! Las manzanillas parecen temblar bajo el viento.

–¡Ah, qué maravilla! La hierba parece real, da la impresión de susurrar.

–¡Ah, qué cielo! Uno percibe incluso su calor.


Y todo el mundo sin falta agregaba que el cuadro de seda parecía vivo…

Pero nadie se fijó jamás en la pequeña mariposita. En eso no había nada de sorprendente, pues sus diminutas alitas mate se perdían entre los intensos colores del verano. Y la mariposita no se ofendía. Seguía posada en su hermosa manzanilla y se alegraba al oír lo que la gente decía sobre el cuadro de seda. Así fue a lo largo de doscientos o cien años. Y he aquí que ayer –o anteayer, no lo sé a ciencia cierta– ocurrió lo que les voy a contar.


Por la ventana abierta entró en el cuarto una mariposa grande y hermosísima: sus alas de un bello color entre dorado y naranja tenían una cenefa café y estaban adornadas con moticas azul celeste. Al verla, a la pequeña mariposita de seda le entró un deseo irresistible de hablar con ella. Lo cual no fue difícil en absoluto, pues la mariposita grande resultó ser de lo más sociable.


Se acercó al cuadro de seda, agitando sus doradas alitas a modo de un aplauso y dijo:

–¡Qué manzanillas más lindas tiene usted, estimada mariposita!

–Oh, sí, encantan a todo el mundo. Me alegra que también a usted le gusten.

–¿Sabe una cosa? En el jardín donde vivo también hay flores lindísimas. ¿No le gustaría verlas?

–Con mucho gusto, pero no sé si puedo abandonar mi manzanilla. Todos se han acostumbrado a que yo siempre esté aquí… –Qué importa, si son unos cuantos minutos. Nadie se va a dar cuenta.


Entonces la mariposita de seda se unió a la mariposa viva y salieron juntas por la ventana. El cuadro siguió en su sitio, y todo fue como siempre. Llegaron unas visitas y lo vieron.


–Bonito el cuadro –dijo alguien como de paso.

Otro comentó:

–Miren qué manzanillas. Parecen unos botoncitos. Son divertidas, ¿no?

Y una tercera dijo:

–¡Qué cielo más azul! Me recuerda algo. Ah, sí, las cortinas de mi vecina, es igualito.


Pero nadie dijo que las manzanillas parecían temblar bajo el viento, ni que la hierba parecía susurrar, ni que el cielo parecía tibio…


Nadie dijo que el cuadro parecía casi vivo. ¿Por qué?...

La pequeña mariposita regresó. Por supuesto que le habían gustado las flores de la mariposa grande, pero se apresuró a volver donde sus manzanillas; ya las extrañaba ¡tan acostumbrada estaba a encontrarse entre ellas! Se posó en la manzanilla de siempre, abrió bien sus alitas mate y se quedó inmóvil.


–¡Ah, qué belleza! –exclamó una visita que acababa de llegar–. La hierba parece real, ¡susurra! ¡Y el cielo! Cualquiera diría que percibe su calor.

–El cuadro parece vivo –dijeron los presentes a la vez.


La pequeña mariposita seguía en su manzanilla, casi invisible igual que siempre, como si no tuviera nada que ver con el cuadro.


1. Explica cuál es la importancia de la mariposita.

2. Cuáles son los personajes y el espacio en el que sucede el cuento.

3. Cómo finaliza el cuento.

4. Haz un listado con los verbos que aparecen en el cuento y conjúgalos en los tiempos presente, pasado y futuro.

pls las necesitoo

Respuestas

Respuesta dada por: maleja35862
1

Explicación:

............ ❤️

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