• Asignatura: Historia
  • Autor: dl263791
  • hace 6 meses

¿ DE QUE TRATO LA LEYENDA DEL CONEJO Y LA LUNA ?​


Anónimo: de un conejo y una luna :v
dl263791: creo jaja
dl263791: la leyenda del conejo y la luna jaja
Anónimo: pos es lo mas probable :v

Respuestas

Respuesta dada por: karlazoehidalgo
3

Respuesta:

Hay dos, de cual hablas, de la japonesa o la mexicana?

Explicación:

Japonesa:

Esta creencia de que en la luna viven conejos, viene del budismo, es una leyenda originaria de la India que se transmitió y se adaptó en Japón como actualmente se la conoce, “tsukimi”.

Los japoneses ven en la superficie de luna la imagen de un conejo machacando arroz con un martillo para preparar mochi (un dulce tradicional). Y esta imagen tiene su leyenda: Se cuenta que un viejo peregrino encontró un día un mono, un zorro y una liebre.

El hombre, de avanzada edad, se encontraba agotado por su viaje lo cual le llevó a pedir a los tres animales, como favor, que le consiguiesen algo de comida. El mono se subió a un árbol y recogió frutas, el zorro con su gran cola atrapó un ave y la liebre, con gran pesar, volvió con las manos vacías.

Al ver al viejo con la cara triste y cansada, se sintió culpable. Entonces recogió ramas y hojas secas, encendió una fogata y se lanzó dentro para ofrecerse a sí misma como alimento.

El viejo, conmovido ante el trágico sacrificio del pobre animal, reveló su verdadera identidad. Era una deidad de gran poder que recogió los restos de la liebre y los enterró en la luna como monumento a su gesto de solidaridad.

Es una historia de sacrificio y entrega que forma parte de la cultura japonesa. Como nota curiosa, después de narrarla suele explicarse, principalmente a los niños, que los conejos saltan tratando de alcanzar a su héroe que descansa en la luna.

Mexicana:

Quetzalcóatl, el dios grande y bueno, se fue a viajar una vez por el mundo con figura de hombre. Como había caminado todo un día, a la caída de la tarde se sintió fatigado y con hambre.

Pero todavía siguió caminando, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomó a la ventana de los cielos.

Entonces se sentó a la orilla del camino, para descansar, cuando vio a un conejito que había salido a cenar.

-¿Qué estás comiendo?, – le preguntó.

-Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?

-Gracias, pero yo no como zacate.

-¿Qué vas a hacer entonces?

-Morirme tal vez de hambre y de sed.

El conejito se acercó a Quetzalcóatl y le dijo:

-Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.

Entonces el dios acarició al conejito y le dijo:

-Tú no serás más que un conejito, pero todo el mundo, para siempre, se ha de acordar de ti.

Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo. Después, el dios lo bajó a la tierra y le dijo:

-Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.

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