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Respuesta:
Explicación:
Las epidemias y el hambre en los años de 1803-1805 ocasionaron una
mortalidad igual o superior a la producida durante el periodo bélico.
Una vez iniciada la contienda, las puntas de muerte se concentraron entre 1809 (400.000 muertos) y 1812, con un impacto desigual en las diferentes regiones españolas. 1812 fue conocido como «el año del hambre» y
se calcula en 100.000 el número de fallecidos en ese año. Porcentualmente y en relación a la población existente, la guerra de la Independencia
resultó la más letal de todas las guerras españolas contemporáneas.
La alta mortalidad se debía a las consecuencias de la contienda: junto a las víctimas directas de la guerra (afectó más a la población civil
que a los combatientes), hizo aparición la hambruna y las epidemias infecciosas. La peste, último conato en Mallorca (1820) dejó paso al paludismo y a las epidemias de tifus exantemático, fiebre amarilla, cólera; y
a brotes de sarampión, viruela, gripe, escarlatina y difteria («garrotillo»).
En el fondo del problema subyacía el subdesarrollo económico, el bajo
nivel de vida (problemas de alimentación, ropa, vivienda, mala higiene
y pésima salubridad pública); y de suma importancia fue un insuficiente y tardío progreso médico-sanitario. La esperanza de vida entre 1860
y 1887 era de 29 años, enormemente inferior a la media Europea.