Respuestas
Algunas de las teorías acuñadas han resultado falaces, bien porque no se contaba con suficientes datos cuando se emitieron o, acaso, por la precipitación del historiador quien, cómodamente, se limitó a transmitir las sistemáticas mentiras de ciertos cronistas e informantes (siempre que por “informante” se entienda la acepción segunda del diccionario de la Real Academia, a saber: “El que tiene encargo y comisión de hacer las informaciones de limpieza de sangre y calidad de uno“).
La lingüística como ciencia autónoma, con sus propios métodos y con su propio objeto de estudio, no se consolidó hasta el siglo XIX. Previamente habían existido los estudios de las lenguas, el estudio de la gramática de lenguas concretas y cierto cuerpo de generalización sobre la estructura de las lenguas, sin embargo, toda la terminología gramatical no era más que un conjunto de etiquetas razonables, pero no existía un método propiamente científico para establecer las propiedades de las lenguas, la determinación de parentesco entre las mismas o su filiación filogenética.
Durante la fase precientífica fueron frecuentes las reflexiones idiosincráticas y filosóficas sobre la naturaleza convencional o arbitaria de las lenguas, su superioridad o perfección, o sobre su origen. Estas cuestiones precientíficas no podían ser convenientemente respondidas en el marco de la lingüística precientífica, por lo que no pasaron de especulaciones razonables o de conjuntos de reflexiones valiosas pero no estrictamente científicas.