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Por estos días se cumple un siglo de los hechos que dieron origen a la denominada Primera Guerra Mundial y cuyo punto de inicio va a a ser el asesinato, por un nacionalista serbio en Sarajevo, del archiduque Francisco Fernando de Austria; paradójicamente a finales del siglo XX en esa misma región de los Balcanes se va a producir la última guerra europea de esa centuria y que conllevó la fragmentación de la antigua Yugoslavia y el surgimiento de una serie de países, entre ellos Eslovenia, Croacia, Serbia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia y Kosovo.
Al respecto es necesario destacar que Europa, un referente actual de defensa de los Derechos Humanos y del DIH fue, sin embargo, durante el Siglo XX, la sede de una serie de guerras que produjeron millones de muertos -entre ellas las denominadas Primera y Segunda guerras mundiales- y que nos dejaron como enseñanza la irracionalidad del comportamiento de los seres humanos. América, por el contrario, ha sido un continente de escasas guerras ínter-estatales durante el siglo XX, -solamente la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia a comienzos del siglo, la guerra entre Perú y Colombia en los años 30s, la llamada "guerra del fútbol" entre Honduras y El Salvador en los años 60s y la guerra entre Ecuador y Perú a mediados de los 90s-, pero a cambio una gran cantidad de guerras intra-estatales a lo,largo de todo el siglo, siendo las más persistentes las de los países centroamericanos y la de Colombia que todavía no termina, aunque ya se encuentre encauzada en la dirección de su conclusión.
La Primera Guerra Mundial fue la terminación de una época de la configuración geopolítica mundial; posterior a la misma terminaron tres grandes imperios -el Otomano, el de Prusia y el Austro-húngaro- y de manera indirecta, como efecto de la Revolución de los Bolcheviques, se terminó con el Imperio zarista en Rusia. En el Medio Oriente y en parte de Asia Central se reconfiguraron una serie de países que hoy justamente están en el centro de la inestabilidad en la región, entré ellos Irak que hoy está evidenciando, después de la torpe intervención norteamericana del gobierno de George W. Bush, como es de irresponsable creer que se podía "llevar la democracia" después de una guerra cuya motivación central era el control del petróleo, sin resolver los mecanismos que permitieran convivir a grupos étnicos y religiosos que allí coexisten en países artificialmente creados por las potencias, el caso de Siria y el Líbano no son muy diferentes, para no mencionar el caso del pueblo de los Kurdos fragmentados en varios territorios y engañados por las potencias que siempre les prometieron iban a ayudarles a resolver su problema nacional.
Ahora bien, desde el punto de vista militar la Primera Guerra Mundial conllevó una serie de innovaciones tácticas y operacionales -la guerra de trincheras va a ser una de esas- y la aplicación de la tecnología de los seres humanos para la muerte -el uso del gas mostaza, el desarrollo de los tanques y las ametralladoras y de la propia aviación que comenzó a situarse como una verdadera arma nueva de la guerra-, todo lo cual es lo que explica los casi veinte millones de muertos y heridos que dejó como resultado esta guerra que, como la mayoría de estos enfrentamientos bélicos, hubiera podido evitarse si los gobernantes y líderes políticos hubieran actuado con responsabilidad y sensatez, pero de eso no parecen tener mucho ni en el pasado ni en el presente. Igualmente, desde el punto de vista político-diplomático se va a crear al concluir la misma con la intervención importante de Estados Unidos, que el Presidente norteamericano Woodrow Wilson, impulsara la creación de la llamada Sociedad de las Naciones, que, si bien no perduró, es un antecedente importante del actual sistema de Naciones Unidas, producto a su vez de la Segunda Guerra Mundial.
No hay duda que es importante hacer estas consideraciones acerca de la inutilidad y torpeza de la gran mayoría de las guerras, cuando justamente se celebra un siglo del inicio de esta gran calamidad bélica, porque de manera reiterada los seres humanos perdemos la perspectiva y caemos en la seducción de creer que a través del uso de una gran capacidad militar iremos a conseguir objetivos nobles para la sociedad, cuando la realidad es que con muy pocas excepciones en que el acudir al enfrentamiento militar como última justificación tiene una explicación y un resultado positivo. Casi siempre lo que quedan son miles o millones de personas caídas en la contienda, muchos sin que sepan muy bien porqué lo hicieron, y luego decenios o quizá siglos tratando de cerrar las heridas que las mismas produjeron.