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La verdad es el camino hacia la libertad, la verdad nos liberará, la verdad nos hará libres, afirmaba Juan. Una afirmación de gran calibre, pues es la respuesta a una interrogante que para muchos, es causa de sueños, resignación, amor y guerra. El hambre y la sed de ser libres son parte latente del diario vivir. El ser humano siente que algo falta, que hay algo que lo aprisiona, o simplemente que hay un lugar más allá, un lugar mejor, el cual comúnmente se llama “libertad”. A lo largo de la historia, se asocia negativamente a la libertad, el concepto de esclavitud. Ejemplos sobran, siendo los más destacados, la esclavitud de los hebreos durante la época de la gran civilización egipcia, de los negros en numerosos tiempos y lugares distintos, de los pueblos originarios durante las épocas de la expansión colonial europea. Pero, ¿es comparable o mejor dicho, contrastable, la libertad con la esclavitud? De ser la respuesta un “si”, el camino para dilucidar los enigmas que rodean el concepto de libertad sería un poco más simple. Según Cicerón, una persona que ofrece su labor a cambio de dinero, vendiéndose a sí mismo, se pone al mismo nivel de los esclavos. Normalmente entendemos la esclavitud como el sometimiento de una o más personas, a las órdenes de una o más personas que les exigen trabajo que les favorezca a cambio de “qué tan grande es el corazón del patrón”. Es decir, un hombre es esclavo al ser obligado a hacer cosas, a trabajar, para el beneficio de otras personas y no de él. Por ende, la libertad se logra, se siente, cuando el beneficio del trabajo realizado, se puede manejar según el deseo de quien lo ejerce. ¿Es ésta la libertad? Entonces, si una persona es jefe de una empresa, y hace lo que quiere con el fruto de mi trabajo, es libre. Ya no es necesario ir más allá, a un lugar mejor.
Es aquí donde se entiende que la libertad no puede ser eso, no es algo que se pueda explicar con ejemplos tan superficiales basados en términos económicos sobre productividad. La libertad no se trata de que me manden, o de hacer lo que quiera, incluso, de mandar a los demás. Es lógico, que este problema de libertad/esclavitud, es el centro de discusiones políticas, sociales y económicas interminables. Discusiones que buscan encontrar “la verdad”, la verdad sobre qué es lo justo respecto a derechos de trabajos y sus libertades, y también, sobre cuando una relación de empleador/empleado se convierte en esclavitud, cuya respuesta por un lado es, siempre, ya que existe una jerarquía, por ende, hay alguien sobre otro, entonces, uno manda al otro, por lo tanto, uno es libre y el otro sometido, y por el otro lado nunca, esa es la base del modelo económico, donde todos somos libres, pues trabajo para “mi” familia, para “mi”beneficio, y no para alguna institución abstracta llamada “Estado”. Queda claro, que “la” verdad, no nos hará libre, puesto que la verdad es un concepto que debe ser objetivo. Y para llegar a esa objetividad o universalidad, cada ser humano debe explicar qué entiende por verdad, y como se afirmó anteriormente, hay respuestas por un lado y por otro. Se quiere encontrar una respuesta objetiva a partir delo más subjetivo de cada uno de las personas, su libertad. Entonces, “la” verdad no nos hará libres, pero “tú” verdad, sí. Aquí es donde la libertad ya no se imagina como un inmenso valle para correr y hacer lo que se quiera cuando se quiera, si no que, la libertad, es un punto, un punto escondido en lo más profundo de cada uno, pero que es esa misma característica de estar en un rincón inalcanzable por otra persona, la que explica que la libertad depende netamente de quien la posee.
Corona por favor