OPCIÓN B
TEXTO
En los campos de La Acebeda le encontraron, exhausto y agonizando, unos labriegos
que, al principio, le creyeron muerto, pero cuando decidieron descalzarle para hacerse con las botas
del cadáver, oyeron cómo aquella cabeza ensangrentada pedía agua. Iba vestido con el uniforme
del ejército que acababa de ganar la guerra y tiritaba con estertores de vencido.
Ahora sabemos que se consideraron varias alternativas, desde enterrarle vivo porque a saber quién
le había disparado, hasta dejarle morir entre la jara y, después de muerto, informar a las autoridades
del hallazgo. Pero una anciana resoluta decidió darle el agua que pedía y limpiarle la cara con su
refajo.
«Todos somos hijos de Dios, hasta éstos», dijo. Comenzó así una sucesión de atenciones
al herido que se prolongó durante tres días y logró mantener vivo a aquel muerto. Todo se
conjuraba para que le resultara imposible abdicar de la vida como se abdica de un sueño al
despertar.
Le mantuvieron allí, entre la jara, en parte por miedo y en parte para evitar el riesgo de
que muriera en el traslado. Trataron la herida con inútiles ungüentos, le abrigaron con una manta y
le proporcionaron agua y un poco de alimento. Hoy sabemos que, en los tiempos que corrían, todo
aquello fue un derroche de misericordia que Alegría agradeció evitando mencionar sus nombres.
Que alguien se acercara a un hombre agusanado, pastoso de excrementos y de sangre,
levantase su cabeza y pusiera agua en sus labios suavemente, dosificase a cucharadas sopicaldos
digeribles por los muertos y pronunciara alguna frase de consuelo, todo aquello, pensó, era señal de
que algo humano había sobrevivido a los estragos de la guerra. De no haber sido por las grietas de
sus labios resecos, Alegría habría sonreído. Así lo contó y así lo reflejamos.
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Alberto Méndez, Los girasoles ciegos
Respuestas
El texto es un fragmento de la historia de Alberto Méndez “Los Girasoles Ciegos”, su argumento principal es cuando los personajes se entrecruzan en los relatos, lo cual da cierta continuidad al libro. Así, por ejemplo, el final del capitán Alegría lo descubrimos en el tercero, ya que comparte cárcel con Juan Senra, el soldado republicano que va rascando días a la vida, inventándose historias sobre Miguel Eymar, hijo del coronel y su esposa, por la coincidencia de haberlo conocido.
Nos deja por igual como reflexión; por lo menos este fragmento, uno de los momentos más gloriosos del ser humano y es cuando tenemos actos de misericordia con quienes quizás nos han herido o nos han hecho algún daño. Alegría, el soldado del que se habla, se encuentra herido y sin ningún ápice de poder mejorar su condición, dejado en el olvido a la espera de que la muerte lo busque y lo lleve consigo, una vieja del pueblo decide mostrarle su lado humano a pesar de los estragos que ha dejado la guerra, comentándole que todos somos hijos de dios, hasta nuestros enemigos. Así conto la historia Alegría y así pudo ser reseñada.
PRUEBA SELECTIVIDAD (RESERVA B) COMUNIDAD ANDALUCIA CONVOCATORIA 2015-2016