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En marzo de 1923, el presidente Pedro Nel Ospina contrató a un grupo de expertos
presidido por Kemmerer. La primera actividad de esta Misión fue el estudio de la
realidad económica mediante el contacto y discusión con cámaras de comercio,
sociedades de agricultores y agentes oficiosos regionales. Luego, sin que se tratara de
un trasplante de normas y organización vigentes en otras economías ni de innovación
total, la misión condujo al ordenamiento de lo aprovechable en las leyes dictadas el
año anterior, como base para la elaboración del estatuto orgánico de la entidad que
iba a nacer.2
(el Banco de la República de Colombia).
Durante su primera visita, los consejeros financieros le presentaron al Gobierno diez
proyectos de ley, de los cuales ocho terminaron convirtiéndose en leyes:
1) Ley 20, orgánica del Impuesto de papel sellado y timbre nacional;
2) Ley 25, orgánica del Banco de la República;
3) Ley 31, por la que se fijaron el número y nomenclaturas de los ministerios;
4) Ley 34, que trató de la formación y fuerza restrictiva del presupuesto nacional;
5) Ley 36, que estableció pautas para la administración y recaudación de las
rentas nacionales;
6) Ley 42, que legisló en materia de la reorganización de la contabilidad oficial y
de la creación del Departamento de Contraloría;
7) Ley 45, que reglamentó y otorgó ciertas autorizaciones a los establecimientos
bancarios, y que asimismo creó la Superintendencia Bancaria;
8) Ley 46, cuyo aspecto central fueron los instrumentos negociables.
Una de las propuestas que suscitó mayores controversias fue el proyecto de ley sobre
Establecimientos Bancarios. Los bancos consideraban ofensiva para su honorabilidad
la sustentación del proyecto de Establecimientos Bancarios, según la cual debía
establecerse la Superintendencia Bancaria como una garantía de buen manejo del
dinero que el público les confiaba. No les faltaba razón a los bancos para sentirse
incómodos con el proyecto. Instituía un encaje del 60% sobre los depósitos
disponibles, y del 30% sobre los depósitos a término, y la autorización casi obligatoria
de suscribirse como accionistas del Banco de la República, por el 15% de su capital,
para poder gozar de las ventajas del redescuento. A los bancos que no suscribieran
acciones en el Emisor, se les duplicaría el encaje. La filosofía de la Misión, que
aspiraba a establecer una moneda sana, se basaba en el control del crédito como la
disciplina indicada para garantizar la estabilidad de la moneda.
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