• Asignatura: Castellano
  • Autor: danieladuartesierra8
  • hace 9 meses

RESPONDA LAS PREGUNTAS 7 A 12 DE ACUERDO CON LA SIGUIENTE INFORMACIÓN
LAS BARRAS BRAVAS: CONSECUENCIAS DE UN DIAGNÓSTICO EQUIVOCADO
Por Jorge Tovar

En las últimas semanas la opinión pública colombiana, acostumbrada a movilizarse por la coyuntura, ha reaccionado con estupor a la muerte de unos jóvenes cuyo delito fue portar camisetas de un color diferente a las de su agresor.
En Bogotá, fieles a la política del avestruz, la consecuencia puntual fue aplazar un partido de fútbol. ‘Analistas’, ignorantes del problema estructural que esconde la muerte de estos jóvenes, simplemente culpan al fútbol. Han llegado a proponer la prohibición de portar camisetas de fútbol en público. Seguramente, alguno, está por plantear un ‘pico y placa’: camiseta azul, lunes; roja, martes; verde, miércoles. Esas son las soluciones de nuestros dirigentes.
El problema no es el fútbol. Históricamente el deporte, el fútbol, promueve más actos de paz que de guerra. Famoso es el episodio de 1969 en el que los dirigentes del Santos brasilero decidieron suspender un amistoso en el antiguo Congo Belga debido a la guerra civil que se libraba en aquellas tierras. Ante la eventualidad de no ver a Pelé, la estrella del Santos, las partes implicadas en la guerra firmaron un armisticio ‘de emergencia’. El Santos disputó no uno, sino dos partidos.
En lugar de balas se escucharon durante varios días los gritos de admiración ante los actos de magia del rey del fútbol.
El fútbol, eso sí, genera pasiones y es lo que lo hace especial. Son estas pasiones, las que fuera de control, explotan hampones disfrazados de hinchas para cometer infamias en nombre de unos colores.
En Inglaterra lo peor de lo que allí se denominó hooliganismo sucedió el 29 de mayo de 1985. Una hora antes de iniciar el partido un grupo de hinchas del Liverpool, tras una batalla de piedras de lado y lado, decidió saltar la malla en dirección a los hinchas de la Juventus. Los italianos corrieron en dirección contraria, encontrando muros y mallas que les impidieron escapar. El miedo y el desorden hizo el resto: 39 muertos aplastados en un estadio de fútbol. Dos tragedias adicionales sucedieron antes de que Inglaterra lograra frenar la barbarie, al menos de forma relativamente satisfactoria. A raíz de aquello, en Inglaterra, según diferentes normas dictadas en 1989, 1991, 1999 y 2000, es un acto criminal entrar al campo de juego y tirar piedras o similares, así como corear cantos racistas. Muy relevante para el caso colombiano, desde 1989 por ley se niega el acceso a los estadios hasta por 10 años a individuos condenados por ofensas relacionadas con el fútbol. Incluso, la policía tiene la opción de demostrar ante el juez que prohibir la entrada de un individuo va a disminuir los riesgos de violencia asociados al fútbol. Es decir, no hay que esperar que tire la piedra en el estadio si hay suficiente evidencia que sugiera que la va a tirar (por ejemplo, si ha cometido actos de vandalismo no relacionados con el deporte).
La violencia no se extingue, pero sí ha disminuido como sugiere la gráfica donde se utilizan datos del Home Office que hace seguimiento anual de las cifras. Los arrestos disminuyen, y prohibir el acceso sigue siendo una medida complementaria adecuada. Esta prohibición, por cierto, obliga al sancionado a presentarse ante la justicia o la policía durante las horas del partido.

Actualmente uno de los argumentos de las barras bravas y sus defensores en Colombia es que el problema acá es diferente al de Inglaterra. En Colombia, el debate se ha planteado como un problema juvenil, de exclusión social.
No he escuchado que se plantee lo que me parece evidente: la necesidad de acabar con las barras bravas antes de que sean un problema enquistado en la sociedad. No es imposible. La solución no es suspender partidos. La solución pasa por entender que es un problema estructural. El caso inglés, nos demuestra que hay instrumentos para actuar.
Las directivas deben contar con apoyo oficial para cerrarles el paso de manera radical a las barras bravas. Pero los dirigentes deben querer, y el Estado debe poder.
. El autor hace referencia al caso del hooliganismo con el propósito de
A. ilustrar acciones en los estadios que han motivado políticas eficientes para reducir la violencia.
B. describir políticas eficientes para reducir la violencia en los estadios.
C. apoyar la idea de que el fútbol es un deporte que genera actos de violencia en todas partes del mundo.
D. demostrar que Inglaterra ha tenido problemas especialmente serios con el fútbol.

Respuestas

Respuesta dada por: mafeparadizo
2

Respuesta:

la "a."

Explicación:

espero te ayude

me das coronita pls

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