El abogado sustentó la tesis del homicidio en legítima defensa del honor, que fue admitida por el tribunal de
conciencia, y los gemelos declararon al final del juicio que hubieran vuelto a hacerlo mil veces por los mismos
motivos. Fueron ellos quienes vislumbraron el recurso de la defensa desde que se rindieron ante su iglesia
pocos minutos después del crimen. Irrumpieron jadeando en la Casa Cural, perseguidos de cerca por un grupo
de árabes enardecidos, y pusieron los cuchillos con el acero limpio en la mesa del padre Amador. Ambos
estaban exhaustos por el trabajo bárbaro de la muerte, y tenían la ropa y los brazos empapados y la cara
embadurnada de sudor y de sangre todavía viva, pero el párroco recordaba la rendición como un acto de una
gran dignidad.

—Lo matamos a conciencia dijo Pedro Vicario, pero somos inocentes.
—Tal vez ante Dios dijo el padre Amador.
—Ante Dios y ante los hombres dijo Pablo Vicario. Fue un asunto de honor.

Más aún: en la reconstrucción de los hechos fingieron un encarnizamiento mucho más inclemente que el de
la realidad, hasta el extremo de que fue necesario reparar con fondos públicos la puerta principal de la casa de
Plácida Linero, que quedó desportillada a punta de cuchillo. En el panóptico de Riohacha, donde estuvieron tres
años en espera del juicio porque no tenían con qué pagar la fianza para la libertad condicional, los reclusos más
antiguos los recordaban por su buen carácter y su espíritu social, pero nunca advirtieron en ellos ningún indicio
de arrepentimiento. Sin embargo, la realidad parecía ser que los hermanos Vicario no hicieron nada de lo que
convenía para matar a Santiago Nasar de inmediato y sin espectáculo público, sino que hicieron mucho más de
lo que era imaginable para que alguien les impidiera matarlo, y no lo consiguieron.

Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada.

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Prueba de Selectividad, Andalucia,Modelo 5 2014-2015, LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA

Respuestas

Respuesta dada por: AJPB
3

3) El crimen en todos los tiempos debe ser un hecho condenable, no hay miseria humana que lo justifique. Llenarse de odio y venganza en todos los tiempos es indicio de desencadenar más odio. Una muerte no repara a otra. También es cuestionable como algunos párrocos o sacerdotes por el secreto de la confesión pueden en muchos sucesos ser cómplices silenciosos de graves fechorías.  Muchas de las enfermedades espirituales o malversaciones humanas vienen de eso, el no atenderse hechos de resentimientos y venganzas que causan males o delitos mayores.


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mar21062003: no me sirve de nada gracias .........................
mar21062003: ilusa...................
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