• Asignatura: Filosofía
  • Autor: agustinaacostaemailc
  • hace 9 meses

que opina Cervantes del libro Amaría de Gaula?​

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Respuesta dada por: SoyReynel2021
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Respuesta:

El tema principal del Quijote de 1605 -la misma obra lo dice- eran los libros de caballerías. Se mencionan al principio y al final, los discuten tanto los eruditos como los ignorantes, y según el prólogo, el deseo del autor «no ha sido otro... que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías». Esas declaraciones las tomaban sus contemporáneos al pie de la letra, y yo también creo que reflejan la intención del autor.

Se ha desatendido este intento cervantino por no entender la situación de los libros de caballerías en los primeros años del siglo XVII, bajo el nuevo y menos austero rey, Felipe III. Durante el reinado de su padre no se podían imprimir nuevas obras caballerescas, y en los 1590 estaba prohibida incluso la reedición de obras ya publicadas. En cambio, mientras no se había publicado nunca un libro de caballerías en Madrid ni ninguno nuevo en Castilla durante casi cincuenta años, en 1602 se publicó, en la corte, un título nuevo, Policisne de Boecia. Comentarios de contemporáneos confirman el cambio de actitudes. El visitante portugués Tomé Pinheiro da Veiga, por ejemplo, se refiere muchas veces a la lectura de los libros exactamente cuando y donde iba a aparecer Don Quijote. Los libros de caballerías no sólo conservaban su popularidad, sino que podían haberse considerado una especial amenaza precisamente en la época en que Don Quijote se escribía.

¿Por qué, sin embargo, batalló Cervantes contra ellos? No hay pruebas que demuestren que hubiera observado de forma directa consecuencias perjudiciales cuando «el vulgo ignorante venga a creer y a tener por verdaderas tantas necedades como contienen» (Don Quijote, I, 49), aunque es una hipótesis atractiva y hay documentación de que el vulgo hacía justamente eso. Es igualmente posible mantener, de nuevo sin ninguna confirmación, que, ya que los libros podían «turbar los ingenios de los discretos y bien nacidos hidalgos» (Don Quijote, I, 49), el propio Cervantes había experimentado los efectos perjudiciales de los libros. No obstante, hay otras causas, bien documentadas, que explican su deseo de «deshacer la autoridad y cabida que en el mundo y en el vulgo tienen los libros de caballerías» (Don Quijote, I, prólogo).

Los libros de caballerías mermaban la atención dada a la verdadera y gloriosa literatura castellana, y desde luego a la cervantina. Ningún autor español, ni antes o después, se ha preocupado tanto por la literatura española como Cervantes. Incluso dejando aparte los extensos discursos sobre la literatura que encontramos en Don Quijote, nadie nombra a tantos escritores ni, a tan gran escala, distingue los buenos de los malos. Un libro (el Viaje del Parnaso) y un largo poema incluido en otro (el «Canto de Calíope», en el Libro VI de La Galatea) son presentaciones patrióticas de los muchos méritos y -en aquél- de los defectos ocasionales de la literatura española. Es lógico, dado su interés por la literatura, que atacara la que le pareciera defectuosa y peligrosa.

¿De qué defectos y peligros se trata? Cervantes diría -lo dice de manera indirecta en Don Quijote- que son nocivos para el país.

En primer lugar, los libros de caballerías celebraban la rebelión contra la autoridad. Cada uno puede emprender las empresas que le parezcan oportunas, abandonando toda responsabilidad (Alonso Quijano abandonó «la administración de su hacienda», I, 1). Las empresas de los protagonistas son, desde luego, meritorias, correctas. Lo problemático es que ellos, dotados de un alto sentido ético y un juicio infalible, son capaces de escogerlas acertadamente. No hay que responder a superiores militares o sociales; no hay que pensar en la carrera. Fuera padres, curas, profesores; el caballero andante puede decidirlo todo. Para lectores jóvenes, esta libertad es tan peligrosa como atractiva.

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