Respuestas
Respuesta:
Los cuatro viajeros atravesaron sin problemas el resto del bosque, y cuando salieron a la luz vieron una escarpada montaña, cubierta desde el pie hasta la cima por enormes piedras.
—No va a resultar fácil escalarla —dijo el Espantapájaros—, pero debemos pasar al otro lado de cualquier manera.
Se puso entonces a la cabeza del grupo, y los demás lo siguieron. Casi habían llegado a la primera piedra cuando oyeron una voz ronca que gritaba:
—¡Alto!
—¿Quién eres? —preguntó el Espantapájaros. Y entonces apareció una cabeza por detrás de la piedra, y la misma voz dijo:
—Esta montaña nos pertenece, y no permitimos que nadie la atraviese.
—Pero debemos atravesarla —dijo el Espantapájaros—. Vamos al País de los Quadlings.
—¡No, no iréis! —respondió la voz, y del otro lado de la roca salió el hombre más extraño que habían visto jamás.
Era más bien bajo y gordo y tenía una cabeza grande, achatada en la parte superior y sostenida por un grueso cuello lleno de arrugas. Pero no tenía brazos, y al ver eso el Espantapájaros no creyó que tan desvalida criatura pudiera impedirles el ascenso a la montaña, así que dijo:
—Siento no acatar tus deseos, pero debemos pasar por tu colina te guste o no te guste. —Y echó a andar osadamente.
Explicación:
espero te sirva
Los cuatro viajeros atravesaron sin problemas el resto del bosque, y cuando salieron a la luz vieron una escarpada montaña, cubierta desde el pie hasta la cima por enormes piedras.
—No va a resultar fácil escalarla —dijo el Espantapájaros—, pero debemos pasar al otro lado de cualquier manera.
Se puso entonces a la cabeza del grupo, y los demás lo siguieron. Casi habían llegado a la primera piedra cuando oyeron una voz ronca que gritaba:
—¡Alto!
—¿Quién eres? —preguntó el Espantapájaros. Y entonces apareció una cabeza por detrás de la piedra, y la misma voz dijo:
—Esta montaña nos pertenece, y no permitimos que nadie la atraviese.
—Pero debemos atravesarla —dijo el Espantapájaros—. Vamos al País de los Quadlings.
—¡No, no iréis! —respondió la voz, y del otro lado de la roca salió el hombre más extraño que habían visto jamás.
Era más bien bajo y gordo y tenía una cabeza grande, achatada en la parte superior y sostenida por un grueso cuello lleno de arrugas. Pero no tenía brazos, y al ver eso el Espantapájaros no creyó que tan desvalida criatura pudiera impedirles el ascenso a la montaña, así que dijo:
—Siento no acatar tus deseos, pero debemos pasar por tu colina te guste o no te guste. —Y echó a andar osadamente.
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