Respuestas
Respuesta:
Habían transcurrido menos de tres generaciones desde el final de la guerra de
sucesión cuando estallaba otra guerra en España (que —aunque en ínfima medida— fue
también una guerra civil —o, al menos, algo tuvo de tal—, en la cual uno de los temas por
los que se luchó fue el de saber a qué monarca —y, por lo tanto, a qué dinastía—
correspondía legítimamente reinar en España.1
Entre la guerra de sucesión (1702-1714) y la de la independencia (1808-1814)
existen diferencias abismales, que desacreditan como anacronismo cualquier pretensión
de llevar muy lejos las analogías. Sin embargo, limitarse a constatar esa verdad —sin
duda de Pero Grullo— significa estar ciegos ante los aspectos de concordancia o
convergencia, que también se dieron.
Diéronse, en primer lugar, porque —con las muchísimas y significativas
diferencias de situación, de cultura y de mentalidad colectiva— el espacio de tres
generaciones escasas no es suficiente para que los problemas se planteen de maneras
absolutamente dispares.
jurar lealtad al nuevo rey y a la nueva dinastía.3 Felipe V aplicaba la cartilla dictada por
Explicación: