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La Mita, es un sistema de trabajo por turnos, que durante la época incaica se llevaba a cabo en beneficio de las autoridades incas y durante el periodo colonial se hacía en beneficio del virreinato del Perú.
El sistema de la mita (‘turno’, en lengua quechua) existente con los Incas movilizaba grandes cantidades de mano de obra en beneficio del Estado, con ella se ejecutaban grandes obras públicas, tales como canales de irrigación, andenes para siembra y grandes construcciones como Machu Picchu o Sacsahuamán.
El Chaman y jefe inca, por su autoridad, tenía derecho a pedir mano de obra a los ayllus (Linajes de grupos rurales) y disponer de ella en las labores que se consideraran convenientes, a cambio devolvía estos servicios con fiestas y bienes que repartía en determinadas ocasiones. La mita inca no implicaba un sueldo, pero los mitayos eran mantenidos por el Estado mientras trabajaban para él y siempre el inca devolvía en servicios o bienes para todo el ayllu los esfuerzos de sus mitayos.
La mita más conocida fue la relacionada con la explotación de las minas de Potosí (actualmente en Bolivia), donde se debían trasladar anualmente 13.500 indios, según los cálculos del propio virrey.
Los turnos se establecieron por medio de periodos de trabajo de dos semanas, seguidos de una de descanso; la semana laboral iba de martes a sábado, dedicándose el domingo al descanso, y el lunes a la distribución del trabajo. Esta labor de organización la realizaron los curacas, que actuaban como funcionarios indígenas responsables de su cumplimiento.
Con el paso de los años, los indios se negaban a asistir a la mita minera, en primer lugar por el riesgo del trabajo e inseguridad y peligrosidad en las minas, en segundo por tener que abandonar sus tierras y finalmente por lo caro que les resultaba el traslado a Potosí, donde debido a lo ínfimo del salario debían buscar otros trabajos para poder sobrevivir.
La Corona española dio una serie de leyes de protección del trabajo indígena, que establecían un periodo de siete años para cada prestación, entre otras medidas, pero fueron incumplidas de forma sistemática, hasta el punto de que a comienzos del siglo 17 estos turnos podían repetirse cada dos años. Por ello el ausentismo en la mita minera fue muy fuerte en el siglo 18.
En 1800, Potosí tenía adjudicados 2.853 mitayos —165 suplían con dinero— procedentes de 16 provincias, con 139 pueblos. La abolición de la mita tuvo lugar en 1812, y fue llevada a cabo por las Cortes liberales españolas reunidas en Cádiz durante la guerra de la Independencia española.
Durante la época de la existencia del virreinato del Perú, ---la mita adquirió otro sentido---, pues los españoles intentaron ocupar el lugar del Estado pero sin que tuviera lugar el reparto de bienes ni las fiestas de la época inca, así como tampoco se asumió la manutención del mitayo.
Bajo la lógica de un país cristiano que presumía de haber acabado con los mahometanos en y el haberlos utilizado para el campo a los que sobrevivieron , los gobernantes coloniales devolvían los servicios de la mita con un sueldo, pero éste era muy bajo complementado con las limosnas de la Iglesia y no permitía el mantenimiento del mitayo, así los indígenas sentían que la mita se había transformado y les resultaba sumamente dolorosa. La mita fue utilizada, bajo el virreinato del Perú, desde la segunda mitad del siglo 16, como una forma de garantizar mano de obra barata y fija para el desarrollo de diversas actividades, especialmente en la minería.
Esta prestación era temporal, realizada por turnos y con el pago de un salario. Francisco de Toledo, virrey del Perú de 1569 al año 1581, fue el encargado en 1574 de poner en práctica esta fórmula, que obligó a la permanente movilización de miles de mitayos, acompañados en muchos casos por sus familias, que abandonaban así sus trabajos agrícolas y contribuían a la despoblación de grandes áreas y m´s facilidad a la Iglesia para su conversión.
Existían diversos tipos de mita: agraria (en haciendas), urbana (para la construcción de los edificios de las ciudades), de tambo (en las posadas de los caminos), obrajera (en los talleres textiles), entre otras, pero la más importante era la minera, vinculada a la producción de plata y azogue.
El sistema de la mita (‘turno’, en lengua quechua) existente con los Incas movilizaba grandes cantidades de mano de obra en beneficio del Estado, con ella se ejecutaban grandes obras públicas, tales como canales de irrigación, andenes para siembra y grandes construcciones como Machu Picchu o Sacsahuamán.
El Chaman y jefe inca, por su autoridad, tenía derecho a pedir mano de obra a los ayllus (Linajes de grupos rurales) y disponer de ella en las labores que se consideraran convenientes, a cambio devolvía estos servicios con fiestas y bienes que repartía en determinadas ocasiones. La mita inca no implicaba un sueldo, pero los mitayos eran mantenidos por el Estado mientras trabajaban para él y siempre el inca devolvía en servicios o bienes para todo el ayllu los esfuerzos de sus mitayos.
La mita más conocida fue la relacionada con la explotación de las minas de Potosí (actualmente en Bolivia), donde se debían trasladar anualmente 13.500 indios, según los cálculos del propio virrey.
Los turnos se establecieron por medio de periodos de trabajo de dos semanas, seguidos de una de descanso; la semana laboral iba de martes a sábado, dedicándose el domingo al descanso, y el lunes a la distribución del trabajo. Esta labor de organización la realizaron los curacas, que actuaban como funcionarios indígenas responsables de su cumplimiento.
Con el paso de los años, los indios se negaban a asistir a la mita minera, en primer lugar por el riesgo del trabajo e inseguridad y peligrosidad en las minas, en segundo por tener que abandonar sus tierras y finalmente por lo caro que les resultaba el traslado a Potosí, donde debido a lo ínfimo del salario debían buscar otros trabajos para poder sobrevivir.
La Corona española dio una serie de leyes de protección del trabajo indígena, que establecían un periodo de siete años para cada prestación, entre otras medidas, pero fueron incumplidas de forma sistemática, hasta el punto de que a comienzos del siglo 17 estos turnos podían repetirse cada dos años. Por ello el ausentismo en la mita minera fue muy fuerte en el siglo 18.
En 1800, Potosí tenía adjudicados 2.853 mitayos —165 suplían con dinero— procedentes de 16 provincias, con 139 pueblos. La abolición de la mita tuvo lugar en 1812, y fue llevada a cabo por las Cortes liberales españolas reunidas en Cádiz durante la guerra de la Independencia española.
Durante la época de la existencia del virreinato del Perú, ---la mita adquirió otro sentido---, pues los españoles intentaron ocupar el lugar del Estado pero sin que tuviera lugar el reparto de bienes ni las fiestas de la época inca, así como tampoco se asumió la manutención del mitayo.
Bajo la lógica de un país cristiano que presumía de haber acabado con los mahometanos en y el haberlos utilizado para el campo a los que sobrevivieron , los gobernantes coloniales devolvían los servicios de la mita con un sueldo, pero éste era muy bajo complementado con las limosnas de la Iglesia y no permitía el mantenimiento del mitayo, así los indígenas sentían que la mita se había transformado y les resultaba sumamente dolorosa. La mita fue utilizada, bajo el virreinato del Perú, desde la segunda mitad del siglo 16, como una forma de garantizar mano de obra barata y fija para el desarrollo de diversas actividades, especialmente en la minería.
Esta prestación era temporal, realizada por turnos y con el pago de un salario. Francisco de Toledo, virrey del Perú de 1569 al año 1581, fue el encargado en 1574 de poner en práctica esta fórmula, que obligó a la permanente movilización de miles de mitayos, acompañados en muchos casos por sus familias, que abandonaban así sus trabajos agrícolas y contribuían a la despoblación de grandes áreas y m´s facilidad a la Iglesia para su conversión.
Existían diversos tipos de mita: agraria (en haciendas), urbana (para la construcción de los edificios de las ciudades), de tambo (en las posadas de los caminos), obrajera (en los talleres textiles), entre otras, pero la más importante era la minera, vinculada a la producción de plata y azogue.
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