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La igualdad de género implica que hombres y mujeres deben recibir los mismos derechos, beneficios, igualdad de oportunidades, mismas sentencias y ser tratados con el mismo respeto en todos los aspectos de la vida cotidiana: trabajo, salud, educación.1 El principio de igualdad y de no discriminación por razón de sexo es una obligación de derecho internacional general que vincula a todas las naciones y dado su carácter primordial se establece siempre como un principio que debe inspirar el resto de los derechos fundamentales.
A escala mundial, lograr la igualdad de género también requiere la eliminación de prácticas dañinas contra las mujeres y las niñas, que incluyen el tráfico sexual, el feminicidio, la violencia sexual durante la guerra entre otras prácticas de violencia contra la mujer. En todo el mundo las mujeres están por debajo de los varones en todos los indicadores de desarrollo sostenible,2 las desigualdades de género se observan en que las mujeres conforman casi dos tercios de los analfabetos del mundo, 3 se habla de feminización de la pobreza porque la mayoría de los pobres del mundo son mujeres, las mujeres tienen menos acceso a los servicios sociales básicos que los varones,4 las mujeres tienen 11 puntos porcentuales más de probabilidad de no tener comida, 5 la brecha salarial muestra que las mujeres ganan menos dinero que los varones por el mismo trabajo,67 8 y aún las que están más educadas que ellos consiguen trabajos de menor jerarquía, 9 existen 39 naciones en las que los hijos varones tienen derechos de herencia que las hijas mujeres no, 10 y solo el 2% de la tierra del planeta pertenecen a mujeres mientras que el 98% son de varones, 11 aunque las mujeres son las responsables de recolectar el agua en el 80 % de las casas sin agua corriente,12 en 30 países se continúa realizando la mutilación genital femenina y hay por lo menos 200 millones de mujeres operadas, 13 dos tercios de las víctimas de trata de personas son mujeres,14 las mujeres representan la gran mayoría de las víctimas detectadas que fueron objeto de trata con fines de explotación sexual, en muchos casos el 94% de las víctimas de trata para explotación sexual son mujeres, 15 mujeres y niñas son víctimas de secuestro con fines violentos y sexuales en vez de por pedido de dinero, en muchos casos las mujeres son quienes comen últimas en la familia, 16 muchas mujeres aún no pueden elegir esposo y cada 2 segundos una niña es forzada a matrimonio infantil en el planeta, 17 18 en muchos países todavía existen códigos legales que obligan a la mujer a obedecer a su esposo, 19 20 21 en líneas generales, el hecho de nacer mujer supone un grave peligro en cualquier lugar del mundo debido a la violencia machista,. 22
El FNUAP declaró que "a pesar de que muchos acuerdos internacionales afirman sus derechos humanos, las mujeres son mucho más propensas que los hombres a ser pobres y analfabetas. Tienen menos acceso a la propiedad, el crédito, la capacitación y el empleo. Son mucho menos propensas que los hombres a ser políticamente activas y mucho más propensas a ser víctimas de violencia doméstica".
Explicación:
Espero que te ayude
Saludos
Si quieres puedes darme corona.
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Las nuevas formas de hacer Historia
La hermana mayor de la novela, la Historia (que estudia las realidades culturales, no naturales), se consagró desde el momento de su institucionalización en el siglo XIX “como disciplina universitaria con aspiraciones de cientificidad” a los más dignos asuntos de “la esfera pública y política”, con sus protagonistas casi exclusivamente masculinos, mientras aquélla, la novela, trataba los asuntos de menor calado “relativos a la vida privada”.
No es hasta finales de los años 70 del siglo pasado que nuevas formas de hacer Historia vinieron a reaccionar contra “las rigideces de la Historia de cuño estructuralista o marxista” que, disolviendo “al sujeto en un magma colectivo”, habían dominado la historiografía de aquella centuria. Con una escritura más cercana, se pretendía revalorizar “lo cualitativo e individual frente a lo serial y colectivo”. También se rechazaba “privilegiar de forma casi exclusiva los factores socioeconómicos en las explicaciones de las transformaciones históricas”.
De entre aquellos múltiples caminos recorrido por los renovadores de finales del siglo XX, destacan los historiadores marxistas británicos (Christopher Hill, Edwar P. Thompson, Raphael Samuel, Geoffrey Eley…), y su renuncia a la rigidez ideológica para escribir una Historia desde abajo; “la eclosión de la Historia de las mujeres” (Mary Beard, Alice Clark, Ivy Pichbeck, Léon Abensour…), paralela a “la emergencia del feminismo de tercera ola”; la microhistoria, o los estudios de lo global desde “la óptica de lo pequeño” y el rescate de las clases populares (Edoardo Grendi, Carlo Grinzburg, Carlo Poni…); la muy notablemente publicada Historia cultural, también llamada Historia cultural de lo social o Historia de las representaciones (Peter Burke, Justo Serna, Roger Chartier, Daniel Roche, Robert Darnton…), que se preocupa mucho, desde su convencimiento de que “la social está social y culturalmente construida”, por la dimensión cultural de las identidades tanto de género como raciales y nacionales; o los estudios postcoloniales, también en el ámbito de todo este llamado giro cultural, contrarios a la visión eurocéntrica del pasado (Nathan Watchel, Sanjay Subrahmanya, Miguel León-Portilla, Tzvetan Todorov, Edward Said).
Todas estas nuevas Historias “permiten escribir una Historia más compleja y plural” gracias a que son capaces de descentrarla al enfocarla “desde sujetos y ángulos distintos”. Porque los individuos, esto es, los hombres y las mujeres, son agentes de la realidad y no meras presas del determinismo cultural.
La Historia no puede ser ya un relato unitario pero tampoco uno fruto de la fragmentación o el desmigajamiento. ¿Es su condición la misma del conocimiento científico o “es una aproximación meramente narrativa al pasado”? Conviene, en cualquier caso, no dejar de distinguir la Historia de la ficción. No dejarse derrotar por el nihilismo que acaba por ser el posmodernismo. Aunque no sean absolutas, “las verdades acerca de la Historia son posibles”. La objetividad del historiador (reacia al mismo tiempo al absolutismo cientificista y al relativismo) ha de admitir “la imposibilidad de una investigación neutral”. La controversia inevitable entre historiadores ha de ser equilibrada por el reconocimiento de “la viabilidad de sistemas estables de conocimiento, que pueden ser comunicados, completados y probados”.