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Vivir con menos de USD 3,20 al día refleja las líneas de pobreza en los países de ingreso mediano bajo, mientras que USD 5,50 al día representan el parámetro en los países de ingreso mediano alto, según lo señalado por el Banco Mundial en su informe bienal titulado Poverty and Shared Prosperity 2018: Piecing Together the Poverty Puzzle (La pobreza y la prosperidad compartida 2018: Armando el rompecabezas de la pobreza).
El Banco Mundial mantiene su compromiso de lograr el objetivo de poner fin a la pobreza extrema —que se define como vivir con menos de USD 1,90 al día— a más tardar en 2030. La proporción de la población mundial que vive en la pobreza extrema bajó al 10 % en 2015, pero el ritmo de reducción ha sido más lento, advirtió el Banco el 19 de septiembre.
Sin embargo, según el informe, dado que el crecimiento económico señala que, en la actualidad, una proporción mucho mayor de la población pobre del mundo vive en países más ricos, establecer líneas de pobreza adicionales y comprender la pobreza desde una perspectiva más amplia son aspectos cruciales para poder combatirla plenamente.
“Nuestros objetivos son poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030 e impulsar la prosperidad compartida, y seguimos comprometidos con ellos”, dijo el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim. “Al mismo tiempo, podemos analizar la pobreza desde una perspectiva más amplia, en diferentes niveles y dimensiones en todo el mundo. Esta perspectiva revela que la pobreza está más extendida y arraigada, lo que pone de relieve la importancia de invertir en las personas”.
Si bien las tasas de pobreza extrema han disminuido considerablemente, al caer del 36 % en 1990, en el análisis ampliado que se hace en el informe acerca de la índole de la pobreza se demuestra la magnitud del desafío de erradicarla. Más de 1900 millones de personas, es decir, el 26,2 % de la población mundial, vivían con menos de USD 3,20 al día en 2015. Cerca del 46 % de la población del planeta vivía con menos de USD 5,50 al día.
El informe también va más allá de las mediciones de la pobreza en términos monetarios, para entender de qué manera el acceso a servicios adecuados de agua y saneamiento, educación o electricidad afecta el bienestar de las familias. Y puesto que la carga de la pobreza suele recaer con mayor fuerza en las en las mujeres y los niños, en el informe se analizan las formas en que la pobreza puede variar al interior de los hogares.
Según el informe, los ingresos del 40 % más pobre aumentaron en 70 de las 91 economías estudiadas. En más de la mitad de las economías, los ingresos aumentaron con mayor rapidez que el promedio, lo que significa que ellas recibían una mayor proporción de la riqueza económica. Sin embargo, los avances en cuanto a la prosperidad compartida se retrasaron en algunas regiones del mundo. En el informe también se advierte que los datos necesarios para medir la prosperidad compartida son más deficientes precisamente en los países donde es más imperioso que mejoren. Tan solo uno de cada cuatro países de ingreso bajo y cuatro de los 35 Estados reconocidos como frágiles y afectados por conflictos cuentan con datos sobre la prosperidad compartida a lo largo del tiempo.
Las nuevas mediciones permiten al Banco Mundial hacer un mejor seguimiento de la pobreza en todos los países, en diversos aspectos de la vida y de todos los integrantes de cada hogar.
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