una carta para tu madre con 4 conectores


francogonzalogutierr: No se

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Respuesta dada por: CoboYt
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Respuesta:

Gracias por ser como eres

No sé muy bien por dónde empezar porque son muchas las cosas que quiero decir y dan vueltas en mi cabeza de manera desperdigada, sin orden ni concierto, un poco como somos los niños: inconstantes, enérgicos, cambiantes, que tanto estamos riendo como llorando y tanto os queremos con locura como os decimos que yo no os queremos nada de nada. El caso es que me he sentado aquí, mamá, con mi mala letra y un papel algo arrugado para decirte lo mucho que te quiero y agradecerte cómo eres.

Sé de buena tinta que, desde que nací, has intentado hacer las cosas bien, o muy bien. El miedo a fallar, el miedo a equivocarte, el miedo a dejar de hacer cosas importantes o a hacer cosas que pudieran dañarme te han hecho estar muy pendiente de todo y sé que esto te genera un poco de ansiedad. Ansiedad o miedo, a que la persona más importante de tu vida, yo, pueda reprocharte algo como a veces, en tu interior, le reprochas a tus padres. Y ya me ves, sentado para agradecértelo, así que algo habrás hecho muy bien, pese a que a veces no sientes exactamente eso.

Sé que has vivido muchas cosas duras, que has sufrido en muchos aspectos y sé que conmigo tuviste las ganas de, por fin, hacer algo muy bien y que viste la oportunidad de curar viejas heridas a través de la maternidad porque, ¿acaso no enriquece y hace crecer a alguien como persona el saber que estás criando y alimentando a un bebé del mejor modo que se puede? ¿Acaso no supone una motivación y un orgullo saber que estás dando lo mejor de ti para hacer de tus hijos personas de bien? ¿Acaso no es el compartir, el dar, el ofrecer lo mejor de una el momento en que se cierra el círculo perfecto entre lo que uno es y lo que el otro puede llegar a ser?

Porque cuando una es madre lo mejor que puede ofrecer no son juguetes, ni regalos, ni la mejor ropa, sino su cariño, su tiempo y su amor. Y esto, aunque quede mal decirlo, no todas las madres (ni todos los padres) lo dan del mismo modo. ¿Que por qué digo esto, mamá? Pues porque quiero que sepas que el día que no estés, el día que me faltes, el día que te vayas, tu legado permanecerá en mí para siempre. Tus palabras, tus besos, tus caricias, tu cariño... y tus imperfecciones. Todo ello quedará en mí, en mi aprendizaje, en mi vida, en mi manera de ser, y yo lo transmitiré también a mis hijos para que, en cierto modo, cada nueva generación sea un poco de quien tú eres.

Ya, lo sé. Ahora mismo te estarás diciendo que no eres nadie en especial, sino simplemente una mamá que trata de hacerlo lo mejor posible y que se equivoca más de lo que desearía. Sé que lo sientes así, pero puedes estar tranquila: eso mismo es lo que piensan todas las madres, porque sois tan responsables, dais tanto por nosotros, vuestros hijos, que siempre pensáis que podríais dar un poco más, o que podríais hacerlo mejor.

Y sin embargo te doy las gracias porque eres imperfecta, porque haces muchas cosas bien, pero haces cosas que no desearías acabar haciendo. Y aunque sé que has llorado porque no has logrado ser la madre ideal que querías ser, debes estar orgullosa solo por el mero hecho de haberlo intentado y de seguirlo intentando. Quítate esa presión, mamá, porque para ser una madre perfecta deberías ser una mujer perfecta, y esa mujer no existe. Además, tendrías que tener un hijo perfecto, y yo no lo soy, porque los niños no venimos a hacer lo que nuestros padres quieren, sino a ser libres, a hacer lo que queremos y necesitamos y, en cierto modo, a daros unas cuantas lecciones de vida.

Sí, sí, lecciones de vida, que vosotros los mayores estáis acostumbrados a vivir según unos horarios y unas normas que a nosotros nos parecen estúpidas. ¡Pero si la mayoría vivís siempre en la constante búsqueda de la felicidad y no lográis hallarla! Nosotros, en cambio, somos felices y, en vez de aprender de nosotros cómo hacerlo, pretendéis que nos acostumbremos a vuestro modo de vida, mucho más estresante.

Pero aún así, te doy las gracias porque cada vez que te equivocas yo me doy cuenta de que, cuando me equivoque, que lo haré, seré tan humano como tú. Porque cada vez que me pidas perdón, yo estaré aprendiendo a pedir perdón. Cada vez que te haga sentir mal, cuando me enfade, verás que hay algo que te estoy pidiendo y no alcanzas a entender, y lucharás por encontrar el modo de vo

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