• Asignatura: Castellano
  • Autor: esfeyolimaperez
  • hace 11 meses

el amor en tiempos de cólera( argumento y justificación)

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Respuesta dada por: saraviahernandezstiv
2

Respuesta:

como

Explicación:

Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados". Así se inicia el más hermoso canto al amor entre provectos, jamás escrito antes, con la particularidad de que de ese sentimiento se hace una enfermedad: la enfermedad del amor, como veremos adelante.

Uno de los personajes de la obra, Jeremiah de Saint-Amour, se despoja de la vida mediante un sahumerio de cianuro y la casa donde quedó su cadáver huele toda a eso: a almendras amargas. Al instante se da cuenta el lector prevenido de que el autor del relato se asesoró y se documentó muy bien para manejar los asuntos médicos que abundan en la novela.

Los tratadistas Goodman y Gilman, en su libro clásico Las bases farmacológicas de la terapéutica, dicen en relación con la intoxicación por cianuro: "El diagnóstico puede ayudarse con el olor característico del cianuro (aceite de almendras amargas)".

Por eso, en concepto del doctor Juvenal Urbino, no era menester hacer la autopsia del suicida, pues el olfato permitía deducir cuál había sido la causa de la muerte. Quien tal sentencia pronunciaba era el médico y maestro eminente, catedrático de clínica general, octogenario, con perspectiva de un retiro profesional digno, sordo del oído derecho y erosionada la memoria, es decir, con síntomas claros de padecer la terrible enfermedad de la vejez. Precisamente, a juicio del doctor Urbino, Jeremiah de Saint-Amour se suicidó de gerontofobia antes de la senescencia, cuando tenía todavía "la pupila diáfana". Por no haber existido en el trasfondo de este drama ningún amor contrariado, no se iría a encontrar a la autopsia arena en el corazón del occiso.

Una digresión válida: según Daso Saldívar, el refugiado antillano Jeremiah de Saint-Amour fue inspirado a García Márquez por el belga don Emilio, éste sí personaje de carne y hueso, apodado "el Francés", veterano de la Primera Guerra Mundial, que se ganaba la vida negociando en joyas y fabricando mesas de juego. Fue gran amigo de los abuelos del escritor y puso fin a sus días bebiendo cianuro. Según relata en su autobiografía, Gabo no tenía más de seis años cuando don Emilio "un domingo de Pentecostés se puso a salvo de los tormentos de la memoria con un sahumerio de cianuro de oro".

Como puede advertirse, un médico es uno de los personajes centrales de la novela: el doctor Juvenal Urbino, quien desaparece pronto como personaje de cuerpo presente, viviente, lo cual no obsta para que García Márquez le permita seguir desfilando en el recuerdo para continuar retratándolo. Era el médico más antiguo y esclarecido de la ciudad. Desde que se levantaba tomaba medicinas secretas para sus múltiples achaques. Y lo hacía a escondidas por cuanto no era amigo de recetar a los otros paliativos para la vejez. Bien se ve que el Nobel conoce la idiosincrasia de los médicos: solemos hacer con nosotros lo que no hacemos con nuestros pacientes.

El doctor Urbino vestía a lo Pasteur y era epígono de la escuela francesa del siglo decimonono, como que había cursado sus estudios médicos en París. En su recetario estaban el bromuro de potasio como estimulante, contra el reumatismo el salicilato, el cornezuelo de centeno como vasopresor, la belladona para tranquilizar. Las fiebres tercianas las trataba, por supuesto, con quinina. Además, no desdeñaba la farmacopea casera, pues acostumbraba el ajenjo en infusión para evitar las dispepsias y el ajo para prevenir el desfallecimiento cardíaco. A pesar de su certero ojo clínico, sólo era llamado, tal vez por la edad, a atender pacientes desahuciados, vale decir, in extremis, modalidad de ejercicio que él consideraba una especialidad. Aún más, era un especialista a domicilio porque se negaba a atender en su consultorio, quizás en razón a la falta de fuerza de sus enfermos. Como buen clínico, era enemigo de la cirugía. El bisturí, decía, es la prueba mayor del fracaso de la medicina. García Márquez, pues, lo traslada a épocas medievales, cuando se era médico o cirujano, representando aquél al cultor de la noble ciencia y éste al artesano vulgar, prosaico. Por eso fue médico caro y excluyente, un profesional elitista. Utilizaba, a pesar de lo anacrónico, el viejo coche de caballos, con capota de charol, herrajes de bronce y auriga de chistera. Pienso que García Márquez quiso equiparar al doctor Urbino con el legendario profesor Dieulafoy, famoso en París y en toda Francia en el siglo diecinueve por su sabiduría médica y por la berlina que montaba, arrastrada por un tronco de caballos, digno de la carroza real.

Respuesta dada por: jumalo8
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sacar verbo antecedentes

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