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PILCOMAYO Y BERMEJO
Cuenta la leyenda que, en épocas muy lejanas, existían dos
hermanos. Se llamaban Pilcomayo y Bermejo. Ellos eran los
jóvenes hijos del cacique del lugar. Este cacique, luego de muchas luchas, había conquistado grandes extensiones de tierra.
Pilcomayo y Bermejo eran hermanos y también amigos.
Todas las tareas que emprendían las hacían como grandes
compañeros.
Vivían felices hasta que el cacique cayó enfermo. Luego,
con gran tristeza, los hermanos tuvieron que soportar la muerte
de su padre. Se habían quedado solos.
A Pilcomayo le tocaba ser el nuevo cacique. Claro que,
según la voluntad del padre, la mitad de las tierras debía entregárselas a su hermano Bermejo.
Pero Pilcomayo se mostró ambicioso. Y cuando llegó el
momento de dar a su hermano la parte que le pertenecía, se
negó a hacerlo.
Bermejo era
un joven modesto y
pacífico. A pesar de
tener razón, rompió
sus armas y decidió
no pelear. No quería
la lucha entre hermanos. Entonces,
tomó la decisión de
alejarse del lugar.
Pilcomayo tuvo
remordimientos por
su mala acción y envió a los chasquis
para que lo buscaran,
pero Bermejo no aparecía.
Un día, un
mensajero trajo la
noticia de que estaba
en un lejano valle.
Pilcomayo salió a
buscarlo. Venciendo peligros, atravesó selvas y montañas.
Finalmente, llegó a un sitio en el que la gente le avisó que su
hermano estaba en una tribu del cacique Paraguay.
El cacique lo llevó a encontrarse con su hermano. A orillas
del río Paraná, se abrazaron emocionados y sus cuerpos se
convirtieron en agua y dieron origen a los hermosos ríos Pilcomayo y Bermejo, compañeros en su recorrido como lo fueron
en sus vidas.