• Asignatura: Derecho
  • Autor: sabrinarenas
  • hace 1 año

¿Cuáles han sido las consecuencias de las actitudes intolerantes en Colombia?

Respuestas

Respuesta dada por: nallelycr13
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Respuesta:

La intolerancia se presenta como un signo característico de las relaciones actuales. El rechazo a lo distinto se pone de manifiesto sin tapujos. Y aunque desde la psicología se pueden aportar elementos para trabajar la tolerancia y mejorar las relaciones, la realidad muestra altos niveles de irritabilidad, poca propensión al diálogo y atajos hacia senderos de violencia física y verbal. Trabajar la impulsividad, entender que lo diferente no divide sino que puede sumar, aprender a escuchar y respetar, son algunas de las claves.

Lo político, lo religioso, lo deportivo y hasta una receta de cocina puede generar enconos y terminar en peleas. Y todo se resume en una sola y difícil palabra: intolerancia. Permitir que el otro sea otro, que piense distinto, sienta distinto y se manifieste de manera diferente es, por estos días, una tarea difícil de identificar en la sociedad. “Estamos atravesando una época en la que, en general, el rechazo al distinto, inmigrante, extranjero, excluido, se pone de manifiesto sin velos”, describe Jorge Cáceres, expresidente del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba. Y esto se expresa tanto en las relaciones interpersonales, como a través de las redes sociales, que tienen un efecto multiplicador y amplificador.

“Asistimos a una situación compleja: le exacerbación de las pasiones, discursos cerrados y temor al semejante como si fuese un enemigo; una futbolización de la vida cotidiana, incluida la música, la religión, la política, es decir ‘tolerancia cero’ con el otro”, continúa Cáceres.

“El término ‘tolerancia’ está sesgado por la mirada de cada una de las personas que viven sus propias experiencias sociales”, subraya María Belén Bonalumi, licenciada en Psicología. Agrega que se trata simplemente del respeto por los pensamientos y las acciones de terceros cuando resultan opuestos o distintos a los propios. “No prestar atención o, directamente, negar los valores que defiende el prójimo, no es una actitud tolerante”, señala. Cuando el otro está haciendo alarde de su propia intolerancia, la respuesta puede ser, sino la tolerancia, sí la prudencia.

“Ser tolerante implica el desarrollo de la capacidad de empatía, poder posicionarse en el lugar del otro, a través de una mirada comprensiva y flexible, dos recursos sociales que comienzan a ser desarrollados en los años más tiernos del ser humano. No se trata de tomar una posición pasiva, en la cual el silencio sea utilizado como herramienta de confrontación. Al contrario, la palabra toma protagonismo cuando la diversidad entra en juego”, ilustra. Estas actitudes no parecen las más habituales en tiempos de convulsión. Tampoco la reflexión es la vedette. Pero intentarlo es un ejercicio que facilita el encuentro y fomenta relaciones más sanas y armónicas.

“La agresión en estos tiempos es una constante cuando nos referimos al otro”, agrega Cáceres. Añade que existen graduaciones que hacen que el otro pueda “pasar de ser adversario a enemigo”. Muchas veces lo que no se soporta en el otro tiene que ver con lo que se rechaza en uno mismo. “Sabemos que, actualmente, desde los discursos dominantes, desde los medios de información y desde el mismo sentido común, se pone todo en cuestión: normas, instituciones y personas. Es decir, los pactos y lazos sociales están debilitados, esto potencia la intolerancia”, considera. “Se hace necesario, entonces, encontrar algunas nuevas modalidades de lazos sociales, un nuevo pacto que nos contenga a todos y que limite las pasiones”, agrega.

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