cuales eran los dichos, agüeros o creencias mas sobresalientes de los habitantes de la nueva granada?​


oswaldo6021: lo siento mucho no me se está pregunta

Respuestas

Respuesta dada por: santycrak11p
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“¡DEL DICHO AL HECHO HAY MUCHO TRECHO, Y HECHO ESTÁ!”

“No juzgues al libro por su portada”; “más vale tarde que nunca”; y “la hebra revienta por

lo más delgado” ¿Te suenan familiares? Son frases populares y creaciones anónimas de un

pueblo que reflejan su modo de ver las cosas.

Los dichos se trasmiten de generación en generación, son un reflejo de la sabiduría y del

sentir popular, manifiestan las emociones, sentimientos y las vivencias de una forma

sugerida y disfrazada: “Aquí no hay más noble que yo, porque soy un indio puro”

(Cordovez, 1893, p. 17). Al usar un dicho te expresas en sentido figurado y no reparas en la

realidad: más bien te expresas de una manera elegante y sutil. La persona entiende el

mensaje que se quiere manifestar: “Al que le caiga el guante, que se lo plante”.

El texto Lenguaje para todos de la Fundación Polar (2005, p. 133) define el dicho como

una expresión corta e indirecta, cargada de ironía, reflexión y un toque picante de humor

que, con un lenguaje poético por excelencia, consigue ahorrar las palabras sintetizando una

idea que se nos dificultaría explicar.

Son también denominados refranes. Según Julia Sevilla, “los refranes pertenecen a una de

las seis categorías del discurso de las paremias, a las paremias propiamente dichas”

(Pedrosa, 2002, p. 70), que a su vez constituye uno de los géneros de la literatura

tradicional.

En la actualidad los refranes o dichos son utilizados por la mayoría de la gente sin importar

su clase social, mientras que en la antigüedad éstos eran propios de la gente de vulgo, y en

cambio los nobles utilizaban el proverbio como medio de expresión. Es decir, acudían a una

expresión llena de sentido que induce a la reflexión y proporciona sabiduría.

Hace doscientos años los neogranadinos también acudían a los dichos en momentos

oportunos:

En una situación extrema del ejército patriota en la campaña del Sur, después de la prisión

de Nariño en Pasto, el abanderado José María Espinosa y Prieto se quejó ante el

comandante por los embargos que de su sueldo hacía cada mes el dueño de uno baúles que

se habían perdido por el mal estado del camino y del clima. Al no ser atendida su

reclamación, él afirmó: “El pez grande se come al chico” (1876, p. 45) y “La hebra revienta

por lo más delgado” (p. 45). En una de sus memorias Espinosa y Prieto narra las vivencias

afrontadas desde un escondite. Entre ellas está que, al sentir a media noche mucha hambre

y mucha sed, llegó hasta la pila de agua bendita y la bebió expresando su satisfacción con el

dicho “con buena hambre no hay mal pan” (p. 51). Más tarde, en un momento de reflexión

sobre lo que estaba ocurriendo, el pronunció “el que escucha su mal oye“ (Nariño, 1811a)

entendiendo a las personas que en ese momento se encontraban en las misma situación que

él.

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