3. Elabore un texto argumentativo a favor o en contra de que tener un carácter competitivo sea una virtud. (1,5 puntos). PRUEBA SELECTIVIDAD MADRID CONVOCATORIA JUN 2012-2013 LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA II. En el año 1709, en el palacio romano del cardenal Ottoboni, tuvo lugar un singular torneo musical entre Georg Friedrich Haendel y Domenico Scarlatti. Ambos tenían la misma edad, veinticuatro años, pero ya eran maestros en su arte. Y solo contaban para su cotejo con dos armas incruentas: un clave y un órgano. El sajón era cosmopolita; el latino, exuberante y mediterráneo. Aunque se mantuvieron magníficamente parejos durante largo tiempo, parece que finalmente el órgano inclinó la balanza a favor de Haendel. Luego cada cual siguió su camino, pero esta rivalidad nunca enturbió la recíproca admiración que los dos artistas se profesaron. Casi medio siglo después, ya al final de su vida, el viejo Scarlatti siempre se santiguaba al oír mencionar el nombre de Haendel: en señal de respeto. Me conmueve mucho esta anécdota dieciochesca (cuya noticia debo a Stefano Russomanno, en el número 109 de la revista discográfica Diverdi). Primero, porque en estos tiempos en que se llama “competitividad” al intento feroz de eliminar al adversario, o sea, de suprimir la competencia, nos recuerda que la verdadera emulación engrandece al rival y quiere mantenerlo como refrendo de la excelencia. Y en segundo (pero principal) lugar, porque se refiere a la más hermosa disposición que suscita el arte, la capacidad de admirar. Quien no la conoce, aunque parezca ser un gran artista, carece de un registro esencial de la sensibilidad que produce el arte y a la que el arte interpela. Desconfío hondamente de la aparente superioridad de los perpetuos desdeñosos, de la insobornable “objetividad” de los cicateros profesionales y de los desmitificadores del mérito ajeno que siempre se las arreglan para barrer la fama hacia casa. Creo que admiramos con lo de admirable que hay en nosotros y nunca he tropezado con nadie verdaderamente admirable que no supiese también ser sinceramente admirador. (Fernando Savater, Mira por dónde, 2003)

Respuestas

Respuesta dada por: AJPB
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El carácter competitivo bien administrado sí es posible considerarla una virtud. Porque implica un alto nivel de compromiso y disciplina en lo que se hace si se desea resaltar estando a la par de los mejores. Desarrollando en el individualismo una necesidad de superarse en cada evento que se proponga, lo que generaría que este mundo cada día tenga más seres con proyectos de vida y metas bien fundamentadas. Claro está, que esta actitud debe ser controlada por quien la emprenda ya que si es para llenarse de prepotencia o envidia hacia los otros del mismo nivel se desvirtuaría la condición perdiendo la humildad característica sublime que hace al hombre más cercano a los que lo rodean.

PRUEBA SELECTIVIDAD MADRID CONVOCATORIA JUN 2012-2013 LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA II.
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