Respuestas
Respuesta:
El conflicto, no exento de connotaciones negativas, suele activar en nosotros emociones no siempre deseadas, agitar sentimientos, influir en nuestros estados de ánimo. El mediador debe ser consciente del impacto que pueden tener las emociones sobre el éxito o el fracaso del proceso de mediación
Explicación:
Una vez que esto ocurre y reconocemos dicha emoción (enfado, tristeza, desagrado, etcétera.) principalmente lo cual hacemos, más que nada si es una emoción que nos produce malestar, incomodidad o dolor, es resistirnos a esta emoción “negativa” y hacer todo lo viable por eliminarla, esconderla o evitarla.
No obstante, si tomamos conciencia, reconocemos y ponemos nombre a los sentimientos que estamos sintiendo, lejos de ser nuestras propias enemigas nos realizan ver que en nuestra mente-corazón algo ocurre, por lo cual requerimos actuar y tomar medidas.
Irónicamente el resultado de este intento frecuentemente solo tiene como consecuencia potencializar dicha misma emoción. Ejemplificando, el enfado se termina transformando en rabia, la rabia en ira, la furia en desesperación y la desesperación en maltrato.