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Respuesta:
dame coronita la necesito
Explicación:
Una alta exposición a radiación ionizante puede dañar nuestras células a distintos niveles y dañar lo más importante que guardamos en su núcleo: el ADN, la molécula que guarda la información genética, y que contienen las instrucciones para que las células de nuestro cuerpo realicen correctamente sus funciones.
Una puntualización: la radiación UV es una forma de radiación que emite el Sol, pero no se considera radiación cósmica, puesto que es no ionizante, es decir, es más baja en nivel de energía. Eso sí, eso no significa que no pueda dañar nuestro ADN.
Cuando las partículas altamente cargadas de energía provenientes del espacio chocan con la Tierra, reaccionan con la atmósfera para producir la radiación que llega a la Tierra. La radiación cósmica ionizante que proviene del espacio golpea la Tierra, sin descanso. Mientras duermes, cuando vas a trabajar, o en este mismo momento, miles de átomos golpean la palma de tu mano.
La radiación cósmica expone al cuerpo a la radiación de manera similar a como lo hace una radiografía médica. La dosis anual promedio a nivel del mar según el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH), de 0,34 milisieverts al año (un milisievert es una unidad de medida del nivel de radiación ionizante, que se usa también para calcular, por ejemplo, la radiación a la que se someten cada año los trabajadores de una central nuclear); lo que equivale a no más de dos radiografías de tórax al año.
Un nivel muy bajo; con lo que es poco probable que esta dosis baja afecte la salud humana.
Además, hay que tener en cuenta que los seres humanos, y el resto de organismos del planeta Tierra, estamos expuestos constantemente a radiación ionizante en nuestro propio planeta. Todo emite radiación, incluso tú mismo. Recibimos alrededor de 2,28 milisieverts al año procedente de una fuente de radiación interna, cada vez que respiramos; esta cifra es la más alta y es la mayoría, el 73% de toda la radiación ionizan a la que estamos expuestos. 0,29 milisieverts al año por los alimentos que ingerimos; y 0,21 milisieverts anuales procederían de otras fuentes terrestres. Son datos del Consejo Nacional de Protección Radiológica y Mediciones.