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El Santo Cristo de los Milagros, mural pintado durante el siglo XVII, en una pared del antes conocido como barrio de Pachacamilla, por un negrito perteneciente a la casta de Angola, el cual ha sido reconocido motivado a los diversos sucesos a los que se ha visto expuesto sin sufrir perjuicio alguno.
Durante los terremotos acaecidos en 1655 y 1687, se mantuvo firme sin sufrir daño alguno, razón por la cual el virrey Conde de Lemos ordenó que dicha imagen fuese borrada, a lo que los obreros a quienes se les había encomendado dicho trabajo se negaron a ejecutarlo alegando haber recibido inesperadas iluminaciones.
Luego este decidió que a su alrededor fuesen pintadas las imágenes de la Virgen María, San Juan, el Padre y el Espíritu Santo.
Posterior al terremoto de 1687, Sebastián de Antuñamo compra el terreno en el que se reunía la Congregación Angola y por vez primera saca en procesión una copia del mural.
Durante el terremoto sucedido en 1746, el cual destruyó la capital de Lima, el mural tampoco sufrió ningún daño, razón que dio origen a la inmensa fe que los peruanos profesan a su Cristo Moreno.
Hoy día el mismo reposa en el Monasterio de Las Nazarenas, luego de haber sido restaurado en 1955, ya que estaba siendo afectado por la humedad producida por una acequia cercana, por lo que los restauradores italianos Francesco Pelessoni y Luigi Pigazzini, quienes utilizaron la técnica stacco, extrayéndolo de su lugar y forrándole con una tela especial para fijar la imagen, la cual luego de levantar un nuevo muro más elevado fue nuevamente humedecida sobre este.
Luego se han dado dos restauraciones más.