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Respuesta:
La casa del juez de Abraham Stoker
Malcom Malcomson un joven estudiante de matemáticas necesitaba encontrar un lugar alejado de amigos y conocidos para concentrarse en sus estudios, por lo que eligió el desconocido pueblo de Berchurch donde descubrió una antigua y deteriorada residencia deshabitada desde hace largo tiempo, conocida en el pueblo como “La casa del juez”, los pueblerinos estaban llenos de temor hacia la casa, sin embargo Malcom ignoraba cualquier historia.
Su primera noche de estadía estuvo llena de estudio y ruido de ratas. Al momento de descansar decidió recorrer el recinto y se percató de la presencia de una cuerda atada a una gran campana de alarma del tejado justo al lado de la chimenea.
Terminado el recorrido volvió a sus labores, interrumpidos por el cansancio, pronto se quedó dormido. Al despertar, noto la mirada fija de una rata, trato de ahuyentarla pero solo logro enfadarla, trato de matarla pero desapareció trepando la cuerda de la campana. La noche siguiente las ratas reanudaron su actividad y a media noche la rata de mirada fija volvió a aparecer, Malcom nuevamente intento deshacerse de ella, sin éxito.
Durante su paseo matutino, logro entablar conversación con el médico del lugar al que le relato su extraña experiencia en su nueva residencia, el médico a su vez le revelo que la cuerda de la campana era la misma cuerda que el macabro juez dueño original de la casa utilizaba para ahorcar a sus víctimas.
Al regresar el joven se dedicó a estudiar tratando de no pensar en los acontecimientos de las noches pasadas, afuera empezaba una terrible tormenta, Malcom se dispuso a revisar un antiguo cuadro que le helo la sangre, el retrato del juez, su rostro maligno y vengativo, de color cadavérico, nariz ganchuda similar al pico de un ave y una réplica exacta de los enormes ojos de la rata que todas las noches trataba de matar.
Casi se le cayó la lámpara cuando desde una esquina noto unos conocidos ojillos fúnebres, lanzo un grito desgarrador cuando volvió a ver el cuadro este estaba vacío, y en la silla donde había estudiado todas las noches, se encontraba sentado el juez con una cruel sonrisa de triunfo que se intensificaba a medida que sonaba el reloj, lentamente el juez se levantó y tomo la cuerda para anudarla con placer, Malcom trato de escapar pero la ira del juez gano, el nudo se apretó sobre su cuello.
El juez ato la cuerda del ahorcado a la cuerda de la campana por lo que comenzó a sonar la campana y las personas comenzaron a aparecer con antorchas, al no responder nadie echaron la puerta abajo y descubrieron el cuerpo del estudiante balanceándose y en el cuadro el juez con una sonrisa maligna
Explicación:
asi?'?
Respuesta:
En tiempos del rey Enrique VIII vivía en Londres un joven mendigo llamado Tom Canty. En una ocasión, tras colarse al palacio real, Tom se encontró ante el príncipe de Gales. Al comprobar su gran parecido, decidieron intercambiarse las ropas y su papel en la vida. A partir de entonces, la situación de ambos se invirtió y el muchacho pobre y acostumbrado a la miseria se vio tratado como un príncipe de sangre real, mientras que el hijo del rey conocía el hambre, las persecuciones y la injusticia.
Un día Tom caminó hasta llegar a Temple Bar, el distrito más apartado de su casa. Allí Tom divisó un gran palacio y se asomó por las rejas para ver lo que tanto anhelaba en sus sueños ver, a un verdadero príncipe jugando en el jardín, vestido con ropa suntuosa y de modales elegantes. De pronto uno de los centinelas que vigilaba la entrada fue a echar al mendigo, pero el príncipe divisó lo que su soldado hacía, le llamó la atención y dejó pasar a pobre Tom al palacio.
El príncipe de Gales, le dio de comer y le preguntó acerca de su vida. Tom, quien respondía a su preguntas y cuyas respuestas no eran más que la cruel realidad que vivía. Encendieron la indignación y el enojo de Eduardo, quien a su vez se emocionó al pensar la libertad que tenía su interlocutor, los divertidos juegos que jugaba con sus amigos y la alegre vida que llevaba fuera de su casa, así que le sugirió a Tom que invirtieran papeles por un día, que Tom fuera príncipe y Eduardo fuera mendigo, pues el parecido, el perfil, los ojos, la voz, todo, eran idénticos.
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Tom accedió y Eduardo salió del palacio vestido como mendigo, sin embargo, como tal también fue tratado por el mismo centinela que había agredido a su amigo. Eduardo, indignado, amenazó al centinela de ser castigado por su padre el rey, pero esto sólo provocó las risas y el maltrato de los presentes.
A primera vista, podría creerse que «El príncipe y el mendigo» es una novela histórica. Su espacio se sitúa a mediados del siglo XVI, en la corte de Enrique VIII y en las calles de Londres. El propio autor, quien es el narrador en la obra, ha dicho que ésta es «una historia que durante generaciones se ha transmitido oralmente de padres a hijos». Pero no hay tal. Los hechos relatados jamás ocurrieron en Inglaterra, aunque están tratados en forma realista.
Cuando empiezan a apartarse del romanticismo, los escritores norteamericanos iniciaron la búsqueda de la identidad de su país. Descubrieron, entonces, que detrás de la epopeya colonizadora había graves problemas sociales y raciales, enormes injusticias, enormes diferencias entre pobres y ricos.
Mark Twain ya había encarnado esto, a su modo, en sus dos célebres personajes: Tom Sawyer y Huckleberry Finn. Otros escritores norteamericanos también lo habían hecho. Enriqueta Beecher, con «La cabaña del tío Tom» (1852), había sensibilizado a la opinión pública a favor de los derechos civiles de los negros. Y Henry Thoreau, en su novela «John Brown» (1859), mostraba cómo un esclavo negro armaba a sus congéneres de raza y luchaba contra los plantadores de algodón sureños.
En «El príncipe y el mendigo» Twain utilizaría nuevamente a dos niños para mostrar las injusticias sociales y la crueldad de las