Respuestas
Respuesta:
Falta de inversión en ciencia
La ciencia es, indiscutiblemente, una actividad
cara. Los microscopios, telescopios, aceleradores
de partículas, espectrómetros de masas, aparatos de
resonancia magnética nuclear, reactivos químicos, super
computadoras de alto rendimiento, y en general, las
herramientas que utilizan los científicos para trabajar
cuestan mucho dinero. Por lo tanto, el desarrollo
científico de cualquier país requiere de un gran
financiamiento, que puede provenir del Estado o del
sector productivo. No obstante, en México la inversión
que se hace en ciencia y tecnología es insuficiente. Por
ejemplo, de acuerdo con los últimos datos de la Red de
Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT), en 2009
la inversión de México en investigación y desarrollo
ni siquiera alcanzó 0,4% del Producto Interno Bruto
(PIB), mientras que en ese mismo año, en los Estados
Unidos, se invirtió en este rubro 3,04% del PIB. Esto
significa, en términos reales, que los Estados Unidos
invirtió entre 73 y 120 veces más dinero (dependiendo
de cómo se mida el PIB) en ciencia y tecnología, que
México.2
Desafortunadamente, lo anterior no es particular
de México. En general, los países de América Latina
invierten muy poco en este rubro. Por ejemplo, del total
de la inversión mundial en investigación y desarrollo en
2008, América Latina contribuyó solo con 2,3%.3
Es claro que el gran retraso provocado por la falta
de inversión en ciencia y tecnología está condenando
a los países de América Latina a operar simplemente
como «maquiladores» de los países desarrollados, sin
posibilidades reales de competitividad y modernidad.
Además, en los desarrollados no solo son los
gobiernos los que invierten en ciencia y tecnología,
sino también el sector productivo (industria privada),
el cual financia la mayor parte de la investigación
científica de esos países. Por ejemplo, de acuerdo con
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), durante 2008 en los Estados
Unidos el sector productivo financió 67,3% de la
inversión para ciencia y tecnología, mientras que el
gobierno proveyó solo 27,05% (el resto provino de
universidades y de organizaciones no gubernamentales
sin fines de lucro).4
En México ocurre lo contrario;
el gobierno es la principal fuente de financiamiento
para la ciencia y tecnología, sobre todo porque el
sector productivo, casi inexistente, prefiere comprar
la tecnología a países desarrollados en lugar de invertir
en el desarrollo propio.
Los países que invierten fuertemente en ciencia y
tecnología lo hacen porque están conscientes de que el
desarrollo económico y social requiere necesariamente
del científico y tecnológico. Han decidido costear los
instrumentos caros de los científicos porque saben
que eventualmente esta inversión generará riqueza y
bienestar social. Es clarísimo: los países que dominan
económica y culturalmente al mundo también lo hacen
científica y tecnológicamente. No es coincidencia, la
correlación es obvia. Sin embargo, como mencionaba
antes, no todos los países se han dado cuenta de que la
ciencia es indispensable para el desarrollo mismo del
país. Ello nos conduce a lo que yo considero la principal
problemática de países como México.
Falta de una cultura científica
En el año 2009, el Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología (CONACyT) y el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI) llevaron a cabo una
encuesta para determinar cuál es la percepción pública
de la ciencia y la tecnología en México.5
Entre los
resultados que más me llamaron la atención destacan:
l 86,3% de los encuestados confía mucho más en la
fe y en la magia que en la ciencia para resolver sus
problemas;
l 57,5% considera que los científicos pueden ser
«peligrosos» debido a sus conocimientos;
l 50% estima que la ciencia y la tecnología generan
una manera de vivir artificial y deshumanizada.
Esto refleja, entre otras cosas, que en México la
mayoría de la gente no sabe qué es la ciencia ni su utilidad,
y mucho menos cree que es una actividad fundamental
para el desarrollo del país. Desafortunadamente, la
no valoración de la ciencia como un eje central de
desarrollo se extiende de manera amplia a la clase
política mexicana. Por ejemplo, en los últimos cuatro
años el Presidente de la nación no se ha presentado
a entregar el Premio Nacional de Ciencias. Por ello,
este último año, el Director de la Academia Mexicana
de Ciencias decidió llevar a cabo la ceremonia aun en
ausencia del mandatario.6
Explicación: