Respuestas
Explicación:
CONCLUSIONES Y REFLEXIONES PARA CAMBIAR EL FUTURO
¿Quién cometió el error, a quién culpar? ¿China, o los gobiernos brasileños que se sucedieron? La desindustrialización observada es una reminiscencia de una “enfermedad holandesa”. Sabemos que no es ineluctable. La vía para salir de la trampa rentista es estrecha, pero existe. Los gobiernos brasileños, prefirieron no pedir prestado, convencidos de que los precios de las materias primas continuarían aumentando, y eso les permitiría, sin hacer reformas estructurales como por ejemplo una reforma fiscal a profundidad, evitar conflictos importantes para aplicar una política orientada a reducir la pobreza, dejando al 1% de los más ricos hacerse todavía más ricos. La reprimarización consolidó los comportamientos rentistas presentes desde hace mucho tiempo, herencia del pasado.
La reanudación del crecimiento a través de una reindustrialización es posible. El auge de las materias primas parece haber terminado. Aun así, esta actividad continúa proporcionando muchas divisas a Brasil. Éstas podrían servir de trampolín para una inserción más positiva en la división internacional del trabajo. Para quienes sueñan con la exportación de productos agrícolas, incorporar más valor agregado y adecuarse a las tendencias de consumo en China como lo pronostica el Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA). De manera más general, la reindustrialización requiere que se cumplan cinco condiciones: 1) un incremento importante de la productividad del trabajo, reduciendo el costo unitario de la mano de obra; 2) cuestionar la lógica de las economías rentistas que limita al mínimo la tasa de inversión, a una porción congruente con una política industrial del Estado para ayudar a los sectores de punta -y no a toda la industria-, que pueden necesitar temporalmente de medidas proteccionistas; 3) una política activa orientada a neutralizar la apreciación de la moneda; 4) una reforma fiscal que permita disminuir las desigualdades de ingresos y mejorar el poder adquisitivo de las clases pobres vulnerables, y de los estratos medios bajos (emergentes), y financiar los servicios públicos de calidad (educación, salud…), y 5) una política que facilite el acceso al crédito para pobres y estratos sociales vulnerables. Que una de estas condiciones no se cumpla, hace más aleatorio el éxito de una política de crecimiento impulsado por la dinámica del mercado interno.
¿El éxito económico de China ha ocasionado el fracaso económico de Brasil? o ¿debemos buscar en otro lugar las causas del desastre en el que hoy se hunde la nación sudamericana? Hay una forma para salir de la trampa rentista, pero es estrecha. Los gobiernos brasileños convencidos de que los precios crecientes de las materias primas continuarían, que sin hacer reformas estructurales podrían seguir políticas orientadas a reducir la desigualdad salarial, y disminuir la pobreza, sin tener que preocuparse por la pérdida de competitividad, dejando de lado al 1% más rico que se hace más rico, han preferido no solicitar préstamos. Las crecientes relaciones asimétricas con China han permitido la crisis, mas no el crecimiento.