• Asignatura: Historia
  • Autor: marcoscanpuzano
  • hace 1 año

¿En que afecta las consecuencias de las guerras y conflictos que se dan en otras partes del mundo al Ecuador?

Respuestas

Respuesta dada por: katheryneponce23
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Respuesta:

En los años previos al estallido de la Gran Guerra se consolidaron algunas vanguardias médicas, en las que se integraron conceptos y metodologías disciplinarios de campos como el anatómico, el neurológico y el psicoterapéutico (García 2006, 24). Un par de alumnos de Charcot serían los encargados de la difusión de la psicoterapia entre los dos conflictos bélicos mundiales: Pierre Janet y Sigmund Freud. El especialista austriaco, que había iniciado sus estudios analizando casos de histeria, reconocía que este padecimiento debía ser entendido como resultado de un bloqueo de emociones y experiencias: si las exigencias sobrepasan a los individuos, podía producirse en estos una rebelión o una neurosis (Freud 1984, 85). Por ello, la apuesta terapéutica de Freud se dirigió a la transferencia de dichos recuerdos a la superficie de la conciencia, a través de un proceso que llamó abreacción, con lo cual pretendía lograr la catarsis y alcanzar la salud mental (Shephard 2001, 13). Con este propósito, Freud había utilizado originalmente la hipnosis, pero nunca pudo destacar en esta. Por ello, desde 1905, se encaminó al análisis de los sueños y al análisis de la libre asociación.

12 Hay que tener en cuenta que el concepto neurosis de guerra, por ejemplo, surgió en medio de la even (...)

16Sin embargo, uno de los primeros problemas a los que se enfrentaron los psicólogos, pero también médicos y militares, fue la falta de claridad conceptual a la hora de denominar las afectaciones del sistema nervioso que empezó a manifestar un buen número de soldados, tales como temblores, parálisis, fijación de la mirada, pesadillas repetidas e insomnios, además de alucinaciones y estados depresivos.12

17El término Shell-shock fue acuñado durante la guerra para denominar los trastornos emocionales y neurológicos causados por la exposición constante al combate. Es decir, no se trataban de daños físicos en los cuerpos, sino de traumas, en su sentido etimológico, de heridas que, como mosquitos en el cerebro, dañaban el sistema nervioso de los soldados. Esta idea provenía de la creencia de sentido común de que todos los males estaban originados por golpes en la cabeza; de hecho, la anatomía del cerebro estaba en plena fase experimental para localizar lesiones cerebrales (Davoine y Gaudillière 2011, 188-189).

13 Al respecto, Mijaíl Bajtín apuntó: “Por su naturaleza, la palabra es social. La palabra no es una c (...)

18De esto modo, el diagnóstico de Shell-shock se convirtió en un campo de batalla conceptual, en donde, de forma paralela al conflicto real, se enfrentaron de manera atrincherada los discursos, las prácticas y las representaciones de instituciones médicas, militares y periodísticas. No era la mejor de las situaciones para ponerse de acuerdo, pues si en las situaciones de cambio las palabras toman sentidos opuestos, cuánto más los neologismos elaborados entre cañonazos, destrucción y fuego.13 Para el artillero alemán Herbert Sulzbach se trataba de un tiempo en que “No sabes si lo que vives es realidad o si estás soñando. Los hechos se han precipitado a tal velocidad que no puedes atraparlos” (Englund 2011, 638).

19Además, el asunto se vuelve más complejo cuando se considera no sólo la producción de términos, sino también su circulación a través de los medios y su apropiación diversificada por los públicos. Al respecto, un buen ejemplo es la campaña publicitaria que —como demuestra Ben Shephard—, en abril de 1915, circuló a través de la prensa para difundir el fármaco Phosferine. El anuncio, que tenía la imagen de una enfermera, destacaba que el tónico para los nervios —en su presentación como jarabe o pastillas— proporcionaba fuerza para prevenir molestias corporales como la fatiga cerebral experimentada bajo el fuego de artillería (Shephard 2001, 28-30).

20A la par que las noticias sobre desastres, muertos y heridos eran relatadas desde fines de 1914, comenzó a llegar a la Oficina de la Guerra, en Londres, una serie de reportes, en los que se informaba, cada vez con mayor frecuencia, de soldados británicos que estaban siendo evacuados de los frentes, debido a que padecían de un “choque nervioso y mental”. La documentación militar, incluso, daba porcentajes del personal que sufría depresión nerviosa: 7-10% de todos los oficiales y 3-4% de todos los rangos (Shephard 2001, 21).

21En octubre de 1918, el cirujano norteamericano Harvey Cushing reportó en su diario cómo en aquellos días un compañero suyo


floresonofre2005: no hay una respuesta contreta es muy largo
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