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Conviene retroceder aquí al año de 1581, cuando aconteció un hecho alcual se refiere nuestro autor en forma autobiográfica para dar testimonio deél. En dicho año culminan las desavenencias de la Real Audiencia con elvisitador Monzón. Circula en la ciudad la noticia de la interceptación de unmensaje secreto enviado por don Diego de Torres, cacique de Turmequé, alvisitador Monzón, en el cual le daba a entender que si necesitaba hombres,él, Torres, haría de las espigas soldados. Los de la Audiencia le dieron a esterecado metafórico el significado que ellos entendían ser el más apropiado al 16momento, o sea, que el Cacique y el visitador tramaban un alzamiento.Entonces, para debelarlo, enviaron propios a Mariquita con el objeto de queavisaran al capitán del sello real, Diego de Ospina, que debía acudir congente de tropa en auxilio de la Audiencia. Según fray Alberto Pedrero, esteOspina era "un mozo de condición inquieta con cualidades hartoimpertinentes al servicio de Vuestra Majestad" (Carta al rey, Pamplona, 29noviembre de 1581, en Friede, Oh. cit. VIII, 73). Según doña EsperanzaGálvez Peña, "este tal Ospina era un Condenado a galeras". (La visita deMonzón y Prieto de Orellana al Nuevo Reino de Granada, Sevilla, 1974, p.75). Avisado Ospina, púsose en camino con 30 arcabuceros y el capitánOliva, llegaron a Tocaima, tomaron descanso en una venta llamada La ventade Aristoy, "a donde habíamos llegado poco antes, yo y un cuñado míollamado Francisco Antonio dc Ocallo, napolitano ..." (Carnero, cap. XIV).Este y Ospina eran buenos amigos. Rodriguez y su cuñado iban a Tocaimaen viaje de negocios. Ospina le preguntó a Ocallo u Ocaglio qué nuevascorrían en Santafé. Contestóle el napolitano que allí todo anda revuelto acausa de lo mal que se llevaba el visitador Monzón con los señores de laAudiencia. Ospina, al oír esto, le dijo a Francisco Antonio: "Allá voy (aSantafé), que me han enviado a llamar y para lo que se me ofreciese llevoconmigo esta gente. ¿Qué os parece?" (Ibidem). Ocallo le respondió que, a sumodo de ver y por la experiencia que le daban sus muchos años, leaconsejaba que al punto se devolviera a Maríquita con toda su gente, porqueen Santafé no hay gente armada y todo cuanto sucede no pasa de ser simplesconsejas y alborotos sin sustancia, propios de gente ociosa. Ospina agradecióel consejo y fuéronse todos a comer. Después de haberlo hecho, en brevearenga puso el capitán al tanto a sus arcabuceros de que su presencia no eranecesaria en Santafé y que, en consecuencia, les rogaba a todos queregresaran a Mariquita; pero que si algunos tenían algún negocio que haceren Santafé, bien podían ir a esa ciudad, mas con la condición de que noviajaran en compañía ni menos en tropa. Luego Ospina marchó a Santafécon el capitán Juan de las Olivas y el alguacil Pedro Hernández. RodríguezFreyle y el cuñado prosiguieron su viaje a Tocaima. De los soldados, unosregresaron a Mariquita, otros a Tocaima y los demás, andando en tropa,contra lo que había ordenado Ospina, fueron a parar a la venta de Alcocer,donde, por empinar el codo más de la cuenta, pescaron una curda de Dios ySeñor mío. Llegaron así a la Sabana de Bogotá y fuéronse por todo el caminodisparando sus arcabuces y a cada disparo añadían el nombre de la persona aquien iba dedicado, o sea, a quien se lo harían directamente tan pronto comollegaran a la ciudad. La noticia de este bochinche llegó a Santafé, dondecundió el pánico. Afortunadamente el asunto no pasó a mayores entonces,pero sí cuando más tarde llegó el visitador Prieto de Orellana, quien del casotomó apretada cuenta al capitán Ospina. A éste el retozo de los disparos lecostó, por lo pronto, la suma de siete mil pesos, tasados en el mejor de los
oros. es pero que te sirva
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