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DE LOS EDITORES, DULCE OLIVIA
Transculturación en Yawar Fiesta: de Rama a Arguedas
Durante varios años, “Poliedro” fue la sección principal de las centrales de la revista Este País. Con el propósito de honrar a esa tradición impresa y renacer como EP en línea, hemos nombrado “Poliedro Digital” al blog semanal de la Redacción que, al tener diversos colaboradores, es como ese cuerpo geométrico de “muchas caras”.
Texto de Andrea Sánchez Grobet 08/02/19
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¿Cómo podemos establecer los límites de una cultura para empezar a hablar de otra? En 1994, Homi Bhabha escribe The location of culture, en donde se cuestiona la forma en la que la historia oficial de occidente ha establecido su imagen, sus discursos, su lengua; en fin, una serie de características que la harían no solamente única, sino fundamentalmente diferente. En nuestros días, sería difícil establecer unos márgenes tan definidos no solamente porque vivimos en un mundo completamente globalizado, sino porque sabemos ahora que no existe nada “puro” o “esencial”.[1] Lo que sí sabemos, gracias a muchas teorías (entre ellas las poscoloniales -que devinieron en decoloniales en el contexto latinoamericano-), es la forma en la que estos límites imaginarios han dado pie a las relaciones de otredad, o, para decirlo de otra manera, cómo dentro de un discurso o una práctica política se ve, se construye, se representa y se significa al otro. Esta es la forma que tienen las culturas para poder pensarse como una comunidad que tiene ciertos rasgos identitarios, o que cuenta con sujetos que tienen algunos atributos que los une: ya sea una lengua, un territorio, ciertos imaginarios legales, políticos, sociales, económicos o literarios.
Lo que nos interesa desarrollar aquí, a modo de una breve reflexión inicial, es cómo esto opera dentro de la literatura. La literatura latinoamericana, para denominarla de alguna manera rápida –pues sabemos que tiene sus especificidades concretas y sus determinaciones históricas específicas- no sólo no es ajena a este tipo de problemáticas, sino que ha sido parte fundamental tanto de su forma, como de su contenido literario.
¿Quiénes somos?, ¿cuáles son nuestras determinaciones históricas que nos hacen hablar y escribir de esta(s) manera(s)? Ya Saúl Yurkievich en su texto “Nuestra literatura, una cimentadora de libertad” escribe que: “Esta constitución de la literatura latinoamericana en un corpus autónomo capaz de asimilar cualquier aporte exterior y de transmutarlo en su propia sustancia, es muy reciente. Tan reciente es que aún suscita desconfianza o descrédito.”[2] Más adelante, sin embargo, califica la producción literaria latinoamericana como una totalidad en movimiento. Si bien no es el caso aquí explicar desde cuándo podríamos rastrear estas características de la literatura latinoamericana, es interesante ver que son muchos los críticos que hablan de la hybris como el fundamento de cierta identidad o de producción, en este caso literaria, pero podríamos hablar también dentro de la política, la teoría crítica, la economía o la sociedad.[3]
…”[7] me das corona