¿Por qué no es una buena idea introducir especies nuevas en un ecosistema?
Un ecosistema es un sistema que está formado por un conjunto de organismos vivos y el medio físico donde se relacionan, es decir, una unidad compuesta de organismos interdependientes que comparten el mismo hábitat.
Este concepto, que comenzó a desarrollarse entre 1920 y 1930, tiene en cuenta las complejas interacciones entre los organismos que forman la comunidad (biocenosis) y los flujos de energía y materiales que la atraviesan.
Un número mayor de especies o diversidad biológica (biodiversidad) de un ecosistema le confiere mayor capacidad de recuperación porque habiendo un mayor número de especies éstas pueden absorber y reducir los efectos de los cambios ambientales. Esto reduce el impacto del cambio ambiental en la estructura total del ecosistema y reduce las posibilidades de un cambio a un estado diferente.
a) Porque no se sentirían cómodas.
b) Porque competirían por el alimento con las especies que naturalmente viven allí.
c) Porque se cruzarían con otras especies y producirían mutantes.
Respuestas
Respuesta:
-CompetirÍan por el alimento con las especies que naturalmente viven allÍ.
Respuesta:
Hay especies que nos invaden o, mejor dicho, que invaden los hábitats de otras especies. En realidad, la víctima de la invasión nunca es la especie humana -al menos de forma directa- ya que, con toda posibilidad, la nuestra es la especie más invasora de todas. Las peores consecuencias las sufren sobre todo otras criaturas, como demuestran las campañas de Australia y Nueva Zelanda para acabar con dos millones de gatos salvajes y muchos más armiños.
Todo empezó con un error garrafal del genio humano, cuando, hace más de un siglo, introdujo el conejo europeo en un ecosistema tan frágil. Las ganas de cazar de los colonos ingleses causaron una de las invasiones más increíbles de la historia. A partir de allí, fue un sin fin de esperpentos en el intento de arreglar la situación. Fueron introducidos varios predadores alóctonos, tales como gatos salvajes, armiños y zorros, para parar el frenesí reproductivo del conejo, con el resultado de que no sólo no acabaron con la plaga, sino que además crearon nuevas.
De hecho, gatos y armiños se dedicaron a cazar marsupiales y roedores locales, mucho más pequeños y lentos que el conejo de importación. Según el Ministerio de Medio Ambiente australiano, estos animales amenazan ahora la supervivencia de más de cien especies nativas, tras haber causado la extinción de algunas aves terrestres y pequeños mamíferos.
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