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Leí sobre el neurólogo Oliver Sacks pocos días después de su fallecimiento, el 30 de agosto de 2015, una nota de prensa en la que se citaban frases de un último artículo suyo escrito en un periódico. Lo había redactado estando ya muy enfermo, con un cáncer muy avanzado. Decía que tenía temor, pero que se iba de esta vida con un sentimiento mayor: el de la gratitud por todas las experiencias vividas en este hermoso planeta. El solo hecho de existir como un animal pensante era, para él, un privilegio y una aventura.
Me pareció una bella y cautivadora despedida. Merecía la pena conocer más a este escritor. Y me dediqué a leer sus libros desde ese momento. Un conjunto de obras muy interesantes y amenas me mostraron el fruto de su acuciante y apasionado empeño por desentrañar los misterios de la mente humana. Sacks propone denominar “neurología de la identidad” a sus investigaciones, pues están centradas en aquellos trastornos cerebrales que afectan fundamentalmente al yo de los pacientes.
Aún hay muchos aspectos de la vasta complejidad del cerebro humano que están ocultos a la indagación científica. Sin embargo, también hay ya muchas cosas que se saben y Sacks las enseña en sus escritos con claro y grato estilo, sin que ello reste profundidad a su reflexión.
Del estudio y tratamiento de sus pacientes surgieron títulos como Un antropólogo en Marte, Despertares (se filmó una película basada en este libro), Con una sola pierna, Veo una voz, Alucinaciones, Viaje a Oaxaca y El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Las traducciones al español de estas obras se han editado todas en Anagrama.
En movimiento. Una vida, su autobiografía, se publicó póstumamente. En algo más de 400 páginas, Sacks entrega a sus lectores un retrato descarnado de sí mismo, una confesión íntima, franca y emocionante.
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listo
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La respuesta es la D
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