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Un desmantelamiento constante del apoyo a los campesinos dejó a México importando la mitad de su provisión de granos. Ahora están luchando contra De Gustavo Esteva Esta es una triste noticia: los precios de los alimentos están alcanzando niveles récord en todo el mundo. Los miles de agricultores que se han suicidado en la última década parecen no tener precedentes. Según el director de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el objetivo de reducir a la mitad el número de personas hambrientas sólo se alcanzará en 2050. En México, esta es sólo otra faceta de la crisis que comenzó en los años 80, cuando el gobierno desmanteló su apoyo a los campesinos. "Mi obligación como ministro de agricultura es deshacerse de 10 millones de campesinos", declaró Carlos Hank en 1991. "¿Qué vas a hacer con ellos?" -preguntó un periodista. "Esa no es mi área de trabajo", respondió. Pero nadie asumió esa responsabilidad. Vicente Fox, ex presidente de Coca-Cola y presidente de México de 2000 a 2006, solía decir "esos campesinos pueden ser jardineros en Texas". Para él y otros políticos, México tenía demasiados campesinos; América, su modelo, estaba produciendo alimentos para el mundo con sólo el 2,5% de la fuerza de trabajo. En 1992 abrió al mercado privado la tierra que había estado en manos de campesinos desde la revolución de 1910. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que entró en vigor en 1994, consolidó esta orientación anti-campesina en nombre del libre mercado. Esas políticas redujeron drásticamente la producción de alimentos, y ahora México importa más de la mitad de los granos que necesita. Muchos mexicanos se vieron obligados a emigrar, y un quinto de los mexicanos ahora vive en los Estados Unidos.
EN CONCLUSIÓN PORQUE A ESTADO AHÍ POR MUCHOS AÑOS E INCLUSO SIGLOS