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La reorganización de las bases espaciales de la reproducción del capital a escala global y su territorialización en diversos lugares del planeta, se ha traducido en México en la creación y promoción de nuevos centros de atracción turística. Cancún es un modelo y paradigma del desarrollo, esto es, de la reconfiguración del país como un México Resort: un modelo que genera "ciudades de orillas" que cuentan con un centro elegante e impoluto, intercomunicado globalmente, con servicios y tiendas de prestigio internacional, rodeado de cinturones de miseria donde se alojan los trabajadores precarizados. En este artículo se reflexiona sobre la emergencia de nuevos no lugares y los procesos de identidad social que se dan en este tipo de configuraciones socioespaciales altamente polarizadas y excluyentes.
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Cancún, en pocos años ha tenido una transformación importante, de ser una isla de pescadores y playas desconocidas, es en la actualidad uno de los centros turísticos mexicanos más reconocido en el mundo, es la ciudad que recibe más turistas internacionales, junto con la Ciudad de México y la Riviera Maya, en esta ciudad se encuentra el Aeropuerto Internacional de Cancún, el segundo con más movimiento de pasajeros, lo que la convierte en uno de los principales destinos turísticos de México.
Su creación y desarrollo han suscitado una mezcla de habitantes de varias regiones de México y otros países, esto por las abundantes ofertas de trabajo que presenta en los rubros turísticos. La demanda de mano de obra calificada, formó los primeros flujos migratorios oriundos del Distrito Federal, la industria de la construcción, cautivó a miles de campesinos e indígenas de los estados de Quintana Roo y Yucatán, quienes en un principio fueron alojados en campamentos cercanos a las obras.
Posteriormente, se instalaron en Puerto Juárez, lugar destinado a alojar a los trabajadores de la construcción, quienes a su vez trajeron a familiares y amigos, en los años setenta se construyen algunas viviendas de interés social para alojar a estos trabajadores y sus familias; pronto resultaron insuficientes y los nuevos inmigrantes se fueron aglomerando en las llamadas “regiones” o “ciudades de orilla” situadas en la periferia de la ciudad.