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NOSOTROS PODRÍAMOS DECIR AHORA que la locura consiste, de alguna manera, o al menos eso me parece, en "embarcarse en un viaje". Y este viaje puede llevar cerca o lejos de casa; pero, en todo caso, "El Loco" -es decir, en nuestro caso, Ulises- se aleja de las costas de Ítaca. Ítaca es ese lugar, ese "territorio de la razón" bien conocido de todos. El territorio que habitamos en común. ¿Se comportó Ulises como un inconsciente al alejarse de las costas de Ítaca? ¿Cometió un error imperdonable? Como Homero nos relata que el héroe debía participar en la guerra de Troya, nada diremos sobre su inoportunidad al alejarse de su hogar; sobre la "inoportunidad" de la locura. En todo caso, creo que el propio hecho de emprender ese viaje lejos de todo territorio conocido es algo propio y característico de la locura. Porque las aventuras de Ulises habrían sido imposibles, o bien sumamente improbables, si nuestro héroe no hubiera decidido alejarse de Ítaca.
¿Qué significa Ítaca para Ulises? Si no me equivoco, ese es el lugar en donde todos los demás seres viven. Un lugar en el que se habla su misma lengua. Y es que Ítaca es, de forma trágica e inesperada, al mismo tiempo, un lugar al que es imposible regresar. Mi intención en este escrito es la de reflejar este drama, es decir, tomar conciencia de esa situación, de esa tesitura que hace sumamente improbable el "regreso de Ulises". Es decir, me interesa examinar en qué condiciones se produce ese alejamiento -y si es (o no) posible el regreso (es decir, la reincorporación de Ulises a su patria, quiero decir, a ese lugar en donde habitan sus semejantes): el regreso a la costa añorada, poder oír hablar una lengua conocida; el retorno al "terruño familiar"; la reincorporación de Ulises nuevamente a la vida. Y me interesa investigar, asimismo, cómo, al hacer esto, es posible no ser injusto, por así decirlo, con "las aventuras de Ulises", es decir, con aquellas aventuras en tierras desconocidas (e ignotas) que nuestro héroe ha vivido y que lo separan de los demás.
¿Por qué razón se aleja Ulises de Itaca? Porque tiene que participar en la guerra de Troya (a veces, la intuición de los clásicos es penetrante). Verdaderamente, lo cierto es que Ulises parece poseer excusa suficiente para no permanecer en el suelo de su lugar natal. Esto debiera bastar para una persona razonable. Sin embargo, en su lugar natal comienza a desatarse la bolsa de las críticas: "debería haber vuelto ya", "¿en dónde está?", dicen muchos de sus conciudadanos. Algunos proponen hipótesis más o menos afortunadas: "Sin duda alguna, ha abandonado a sus hombres y vive en alguna isla lejana, en la Isla de la Felicidad, donde ha encontrado una ninfa que satisface todos sus deseos." "Éste será sin duda el final de su viaje", acotan otros.
"Nunca le volveremos a ver", "Nos ha abandonado", "Ulises no quiere saber nada de Itaca", se dicen los unos a los otros golpeándose con el codo en los mercados. Y, finalmente, una pregunta terrible como las de la Parca: "¿Qué van a hacer su mujer y sus hijos ante esta catástrofe?".
Sin embargo, Ulises (tal como nos relata Homero) está tratando de volver. Las especulaciones comienzan a desatarse y se vuelven verdaderamente intolerables cuando el esperado regreso tras el final de la guerra -que en otros casos se sabe que ha tenido lugar satisfactoriamente- no se produce. Es cierto que Ulises fue el artífice de la idea del caballo de Troya (ese caballo que los troyanos tomaron como regalo y que produjo la caída de su ciudad, así como el rapto de Helena), pero también es cierto que Ulises no vuelve a casa y que no hay nadie que pueda festejar su mérito. Lo cierto es que la locura, según me parece, a menudo comienza como una ruptura, como una crisis en la cual el afrontamiento de problemas decisivos -es decir, la guerra de Itaca- conduce a los seres humanos muy lejos de su destino habitual. Al menos hasta el momento, el símil resulta válido. Y para colmo, según nos relata Homero, los jóvenes de distintos lugares del territorio han decidido ofrecerse como pretendientes de la reina (esto es, de la esposa de Ulises) soñando con ser los futuros reyes de Itaca. Mientras tanto, para entretenerse, se divierten y consumen la despensa y los recursos del héroe celebrando interminables francachelas en su casa. Su propio hijo no puede hacer frente a todos y su madre, Penélope, la esposa del rey destronado (o mejor dicho, no devuelto al hogar), tiene que conformarse con deshacer por las noches el tejido que teje durante el día bajo la promesa de que una vez acabado contraerá matrimonio con uno de los pretendientes.
Explicación:
síganme y mis estrellitas por favor