19 La compra del asno Tomás de Iriarte Había una vez un zorro muy astuto que era dueño de un asno. El zorro solía pasear a su asno por la ciudad, mostrándolo hermosamente adornado. Entre todos los lujos que cargaba el burro se podían ver las más hermosas sedas, collares dorados y un gran sombrero de terciopelo, esponjoso y suave. Un día, un cerdo de la ciudad se acercó al zorro: — ¡Qué hermoso asno llevas ahí! — le dijo el cerdo — ¿Has pensado en venderlo? — Puedo venderte a mi asno — contestó el zorro —, pero es una compra que puede dejarte en la calle. Como podrás ver, es un asno en excelentes condiciones. El cerdo decidió comprar al asno y se encaminó a su hogar. Cuando llegó a su casa, se dedicó a presumirles a sus vecinos su gran adquisición. Los vecinos se quedaron asombrados. Solamente uno de ellos se mostró dudoso y dijo: — ¡Qué interesante asno, vecino! Vamos a quitarle todas las telas para verlo mejor. Cuando retiraron los adornos, la sorpresa para todos fue enorme. El asno tenía heridas en su lomo, estaba descuidado e inclusive tenía un viejo tumor. El cerdo, arrepentido de su compra, pensó: “Ahora me doy cuenta de que el asno soy yo”. (Texto adaptado) A) Los zorros siempre buscan traicionar a los demás. B) Cuando un burro es pequeño, parece nuevo. C) Es mejor tener algo seguro que muchas cosas inciertas. D) No debes dejarte engañar por las apariencias. 32. ¿Qué semejanza hay entre la moraleja de la fábula y el refrán “No todo lo que brilla es oro”? A) Quitarle al rico y darle al pobre. B) El hábito no hace al monje. C) Lo que se siembra se cosecha. D) El miedo no anda en burro. 33. ¿Qué refrán puede sustituir la moraleja de esta fábula?

Respuestas

Respuesta dada por: krerivas
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De acuerdo al texto ''La compra del asno'' de Tomás de Iriarte, podemos afirmar que la semejanza existente entre la moraleja de la fábula y el refrán "No todo lo que brilla es oro" es que:

No debes dejarte engañar por las apariencias; opción D.

Es decir, las apariencias a menudo no reflejan la realidad porque están creadas para causar una impresión determinada en las personas.

Asimismo, considero que el refrán que puede sustituir la moraleja de esta fábula es: El hábito no hace al monje; opción B.

Esto a razón de que la vestimenta no constituye un criterio válido para juzgar a una persona, es necesario que se valore las cualidades y características de su personalidad así como sus acciones.

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