porque el patriotismo puede ser excluyente​

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Respuesta dada por: maguie4105
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Es este un tipo de pensamiento muy arraigado en España, que consiste en amar al país con sincera pasión, defendiendo su unidad, su lengua, su cultura y sus costumbres, pero considerando al mismo tiempo cosas prescindibles, por no decir claramente nocivas y molestas, las otras lenguas y culturas que coexisten también desde tiempo inmemorial en nuestro suelo patrio.

Así, este patriotismo se manifiesta en la exaltación de todo lo que considera que define su visión del país, y rechaza a menudo visceralmente lo que esté fuera de esa visión. Ejemplo claro es el tema del idioma. Hay quien considera que el español es el idioma de España, y que lo demás son dialectos que lo mejor que podrían hacer es desaparecer por un elemental sentido de la economía. En este contexto se hace bandera de si se ha de decir ‘español’ o ‘castellano’, infiriendo connotaciones políticas donde sólo debería verse un par de sinónimos equivalentes.

Esa especie de patriotismo excluyente hace mucho más mal que bien a la noción de España, que debería ser la patria de todos. Es francamente extraño vocear tu patriotismo al mismo tiempo que demonizas a una parte importante de tus compatriotas. Porque la patria es el lugar común, la casa que todos compartimos. Y, como en toda casa, cada uno es de su padre y de su madre, y si no respetamos esa diversidad, la convivencia se acaba convirtiendo en un infierno.

Hubo un tiempo, en mi juventud, en que pensaba que Cataluña era un lugar maravilloso caracterizado por su modernidad, su respeto y su tolerancia. Solía compararla con las maneras tan a menudo intolerantes y arcaicas del otro lado del Ebro y acababa lamentando que esa cualidad de tolerancia no se contagiara a mis compatriotas del resto de mi país. Debo decir que la deriva de los acontecimientos ensombrece poco a poco aquella admiración que sentí, porque parece que, en vez de exportar nuestra tolerancia, los catalanes hemos logrado reproducir e implantar aquí la intolerancia nacional que en tiempos parecía tan lejana.

Así que ya tenemos (al menos) una doble categoría de patriotas excluyentes, los de sesgo español y los de sesgo catalán, separados por la materia prima de la que se nutren pero con los mismos hábitos y procesos mentales en lo que respecta a la consideración del otro. Y fuera están los que no hacen bandera de su patriotismo, no sea que acaben en medio de una contienda de banderas (y palos y puños) sin comerlo ni beberlo.

Como pensaba Primo de Rivera (el dictador, no el falangista), es un error dejar la educación de un país en manos de las distintas regiones, sin imponer un elemento de cohesión, una visión común de lo que somos. Pero de igual manera es un error considerar que lo que somos debe excluir una parte significativa del todo, solo por la pereza de no complicarse la vida. Es decir, que en nuestra educación común debería procurarse que Cataluña fuera considerada un acervo cultural e histórico de todos los españoles. Las energías que gastamos ensalzando la conquista de América y la heroicidad de los Tercios debería aplicarse también a las correrías mediterráneas de los almogávares. Todo español debería sentir como suyo el catalán, así como el gallego o el euskera. No sería mala idea enseñar en toda España siquiera unos rudimentos de los distintos idiomas. Enseñar a amar nuestras tierras y nuestras gentes, no desde la óptica españolista y uniformizadora, sino desde esa inmersión en esas otras realidades que, si queremos a España, también nos pertenecen.

En vez de enseñar a nuestros niños esa España abstracta y estéril que heredamos del franquismo, tendríamos que embarcarlos en la aventura de conocer esa plétora de cosas distintas que son todas nuestras. Un español culto tendría que reconocer y apreciar la enorme variedad de culturas y costumbres que miles de años de convivencia han desarrollado en este solar del sur de Europa. Y ese aprecio debería construirse desde una visión igualitaria, que escapase de esa condescendencia con que los patriotas excluyentes (cuando están de buenas) se refieren a las realidades periféricas.

El sentimiento de admiración y afecto por todos es lo que resulta ser una especie de patriotismo inclusivo, donde la palabra ‘España’ deja de ser el patrimonio de los que piensan una determinada forma de España para convertirse, de una forma natural, en una forma conveniente de resumir la mutua admiración y cariño de todos para con todos. No veo que la dinámica del país vaya en esa dirección, pero ahí lo dejo, por si alguien quiere reflexionar sobre el asunto.

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espero te ayude :)

Respuesta dada por: doragiraldo20082009
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Respuesta:El patriotismo y el nacionalismo son dos conceptos totalmente diferentes. Tanto el patriota como el nacionalista aman su patria o su nación, la diferencia es que el patriota la ama por sí misma, con independencia de sus características y sin establecer relaciones de superioridad o inferioridad con las otras patrias; mientras que el nacionalista ama su nación en función de las características (históricas, culturales, raciales, etc.) de la misma, las cuales considera que la hacen mejor que las otras naciones.

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