• Asignatura: Religión
  • Autor: DUQUEKEVIN1029
  • hace 1 año

escribe una historia de dos páginas sobre las tres religiones monoteístas judaísmo cristianismo e islam
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Respuestas

Respuesta dada por: Brayan7l7
3

Respuesta:

El devenir religioso de la humanidad ha estado siempre acompañado por la

gnosis que, pretendiendo responder a los mismos interrogantes existenciales a

los que responden las religiones, lo hace, sin embargo desde un talante más filo-

sófico que éstas, aunque con idéntica pretensión salvífica2. Y la tesis de la gnosis

a propósito de las diferentes religiones consiste en afirmar que cada religión es

como un rayo luminoso de un determinado color: el hombre religioso, que no

ha accedido al conocimiento intelectual, afirmará convencido que la luz es de

ese color. En cambio, el hombre que ha alcanzado el conocimiento intelectual

(el “gnóstico”), utilizará ese dogma, esa religión, para remontarse a la esencia

incolora de la luz: la verdad interna de todo dogma –de toda religión– es de

orden universal, y libera del límite del dogma. El hombre con una verdadera

madurez espiritual (el “gnóstico”) puede vivir cualquiera de las religiones por-

que las supera todas, llegando a la verdad universal común a todas ellas3. En el

fondo, para la gnosis, todas las religiones dicen lo mismo, aunque presentándolo

de distinta manera. Según la tesis gnóstica, cabría esperar que las tres grandes

religiones monoteístas, el judaísmo, el cristianismo y el islam, que todas ellas

coinciden en la concepción monoteísta de Dios y que poseen también un fuerte

1 Ultima Lectio proferida el día 26 de enero de 2018, en el contexto del acto académico con

motivo de la fiesta de Santo Tomás de Aquino, celebrada en el Instituto Teológico San Fulgencio.

La manifestación del Dios personal al hombre le hace darse cuenta de que

el principio hipostático es la forma de existencia de lo Absoluto y de lo Eterno,

de que la persona no es una dimensión limitativa sino que es Aquel que vive

realmente, el que dice de sí mismo: “Yo Soy” (Jn 8,58). Fuera de esta dimen-

sión del Dios hipostático nada existe ni puede existir. Por esta razón la oración

cristiana no es una búsqueda orientada hacia una Esencia trans-personal, sino

un “cara a cara” entre el hombre y Dios5.

Las grandes religiones orientales, en cambio, piensan a Dios cosmológica-

mente, como el fondo infinito sobre el cual emerge, en primer plano, el universo

finito. Dios y el universo no son dos realidades diversas, sino que constituyen

una única realidad, aunque el fondo (Dios) no es el primer plano (el universo)6.

La analogía de cuerpo y alma puede describir la relación entre el mundo (que

sería el cuerpo) y Dios (que sería el alma). El cuerpo sin el alma ya no es el

cuerpo, sino un cadáver; igualmente sería el mundo sin Dios. El cuerpo se

distingue del alma, como también el universo se distingue del Absoluto (Brah-

mán). El cuerpo puede ser percibido de una manera objetiva, mientras que el

alma no puede ser objetivada, sino que sólo se percibe en el cuerpo que anima:

lo mismo ocurre con el universo y Dios. Del mismo modo que el cuerpo es el

símbolo del alma, así también el universo es el símbolo del Altísimo, el “cuer-

po” de Dios; y así como el símbolo no coincide con lo simbolizado, tampoco el

cosmos coincide con Dios7. No se trataría por lo tanto de un panteísmo (“todo

es Dios”), sino más bien de un panenteísmo (“todo está, todo existe, en Dios”),

que en vez de desembocar en el Dios personal desemboca en lo que R. Otto ha

llamado “teopanteísmo”, es decir, la afirmación de que “Dios es todo”, de que

él es la única realidad8.

Y aquí es donde se manifiesta una profunda diferencia entre la concepción

impersonal de Dios y la personal. Pues las religiones orientales consideran la

infinitud y la eternidad de Dios como aspectos de la misma esencia divina, que

“aprisionan” a Dios en la necesidad del modo de existir divino así descrito.

En la concepción hipostática de Dios propia del monoteísmo, la infinitud y la

eternidad divinas se conciben como atributos suyos, es decir, “lugares” meta-

físicos de la presencia de Dios, que son transcendentes, necesarios y absolutos

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