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Respuesta:
La necesidad de la energía es tan evidente que referirse a ello constituye un tópico. Antes de nada porque la propia vida biológica está basada en procesos de oxidación que consumen energía y generan residuos. Además, porque como es de todos conocido, la actividad humana requiere en cada segundo, de forma indispensable y generalizada, emplearla: en la agricultura (abonos, secaderos, plaguicidas, cosechadoras, ….), en todos los procesos industriales (calor, frío, metalurgia, alimentación, vestido, … en los transportes (terrestres, marítimos y aéreos), en los hogares, en las actividades recreativas, en los servicios (financieros, información, comunicación..), etc.
En definitiva, las sociedades actuales, sea cual sea su nivel de bienestar, no pueden funcionar ni sobrevivir sin un abastecimiento adecuado y regular de energía, de forma que todo el proceso del ciclo energético (obtención, procesado y suministro de energía allí donde y cuando se requiera y al menor coste posible) constituye un apartado significativo del sistema económico mundial. También, por todo ello y por su carácter de “insustituible”, la energía es un factor geopolítico y geoeconómico que protagoniza las relaciones y la convivencia humana, con sus conflictos y sus logros.